DICEN QUE LO VIERON
POEMA LÍRICO, del libro Aromas de Hierba
El contenido de esta página es parte del texto de un pequeño
libro titulado: "Aromas de Hierba". Si
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1326-
DICEN QUE LO VIERON
poema
para ser interpretado
Los personajes - Narrador - Contrarios - Voz en off - PERSONAJE - Amigos - HERMANA |
Por las cumbres blancas - Narrador
de la hierba verde
y rocas de plata,
entre las praderas
que el sol mudo baña,
dicen que lo vieron
aquella mañana.
Iba mudo y solo
rozando las ramas
de los viejos enebros
y pisando las veredas
que dejan los ciervos,
gozando y bebiendo
el silencio de escarcha,
el viento que subía
desde la cascada
y la rota sinfonía
de la tierra amada.
- ¿Adónde vas tan triste - Contrarios
pastor de esmeralda
llevando entre tus manos
las fuentes que cantan
en noches de estrellas
que brillan y se apagan,
los cantos de los grillos
en las noches de agua,
las voces de tormentas
que cruje y estallan,
los ríos de la sierra
que saltan y cantan,
y el verde de la hierba
con la flor que engalana?
¿Adónde vas tan triste
pastor de esmeralda
tan solo y tan sangrando
por la luz del alba?
¿Es que sabes hoy
que en la gran montaña
tu hermana se muere
y DE LA TIERRA AMADA
A TI YA TE ECHAN
cual ladrón canalla?
Pues si sabes esto,
pastor de esmeralda,
cosa que es verdad
y en silencio guardas,
vete a donde ella
y la besas y la abrazas
y en la misma pena negra,
sangre y misma llaga,
os morís ya los dos
en vuestra tierra santa.
Pero antes de tu muerte
y antes de tu marcha
deberías hablar
y gritar por las claras
para que sepa el mundo entero
qué es lo que te matan,
cual es el amor
que arde en tu alma
y qué es lo que te han hecho
los que bien te aman.
Deberías hablar,
pastor de esmeralda
y que sepa el mundo
de tu odio y rabia
por lo que sientes injusto
y como te machacan
igual que a un miserable
que estorba y que mancha
y por eso se le ignora
y se le encierra y calla
lejos de su centro
y de su tierra amada.
Antes de morir
o de irte de espaldas,
pastor, hombre noble,
grita y estalla
y di lo que sientes
y como vil te matan
de la forma más cruda
para que al fin te vayas
y contigo te pudras
en el dolor de tu alma
y que ahí se pudra también
cuanto sueñas y amas.
Por las cumbres altísimas - Narrador
de la hierba en rama
y las sombras de pinos,
dicen que pasaba
enganchado a las horas
de aquella mañana
y al hablarle los hombres
reía y miraba
como a quien la vida
a chorros se le escapa
y luego seguía
llorando la escarcha
y bebiéndose a caños
la profunda y ancha
sierra que en sus manos
como un mar quemaba.
En la tarde limpísima
del aire templado
y nubes chiquitas,
dicen que lo vieron
solo caminando
por donde nace el río
y crece en los prados
el mastranzo y la menta,
juncos y manzanos
junto con la hierba
y los largos álamos.
Por donde mana la fuente
de la miel y el canto
y tienen los pastores
sus huertos y ajos,
entre los tomates
y verdes garbanzos,
por ahí dicen que lo vieron
caminar despacio
en la tarde limpísima
y el viento de nardo.
Y que iba en su alma
al cielo rezando
y en sus ojos de nácar
mil mares llorando
de valles y de montes
y de flores bailando
al paso de los féretros
que iban desfilando.
Dicen que lo vieron
¿qué, Dios mío, buscando?
Dormida en su corazón - Voz en off
la lleva como princesa,
como perfume de sol
o como fuente fresca
que mana y corre cantando
canciones bellas.
Dormida en su corazón
día y noche la pasea
por los caminos que se borran
en los valles de la sierra
y por las calles del pueblo
que bien se quedaron llenas
del aroma que dejó
cuando fue por esta tierra
y también la pasea dormida
por donde en viles peleas
los hombres de las ciencias altas
la llenaron de miseria
rompiéndole el corazón
y sus sueños de azucena.
Dormida la lleva él
en su corazón y pena
soñándola toda hermosa
cual recién nacida hierba
o cual purísima rosa
dueña de la primavera
y mientras la lleva, llora
le ama y mudo la besa
sabiendo que la mataron
por ser toda hermosa, ella.
Siguiendo los pasos - Narrador
de la hermana bella,
la que quiere tanto
y lleva en sus venas
en fuego quemando
dicen que lo vieron
por donde nace el río
y tiemblan los álamos
y como herida fiera
su dolor gritando:
- Hermana querida, -PERSONAJE
aroma de prados
de ojos limpísimos
y de dulce labios
¿dime qué te han hecho
que ahora te han dejado
sin sueños y sin rumbo
y por dentro sangrando?
¿Dime que te han hecho
amor mío sagrado
que hasta la tarde de hierba
conmigo está llorando?
Mi rincón pequeño,
el que exacto sabe de tu alma bella
tu sonrisa limpia y tus juegos
en las tardes silenciosas de la tierra,
hoy se queda solo,
añorando, conmigo, tu presencia
y recogido en el perfume dulce
que por aquí, esparcido dejas.
Mi rincón pequeño,
por el que tantas veces fuiste como estrella
dando luz y besos
cual rumor de fuentes en primavera,
aquí se queda ahora
de ti preñado y en la espera
que Dios lo recoja en su regazo
y donde la hermosura es eterna,
lo guarde y lo conserve intacto
hasta el día nuevo en que vuelvas
o sea la resurrección final
de los sueños que las buenas almas sueñan.
Mi rincón pequeño,
el que tantas veces tú hiciste primavera
con sólo estar en cuerpo
y el perfume que trajiste de la hierba,
aquí se queda ahora
palpitando con el viento que lo besa,
saboreando el último latido
del amor que abrazándolo, le dejas,
preñado de ti hasta lo hondo
y bañado finamente de tristeza
sabiendo que mañana no estarás
aunque bien sabe Dios que estarás eterna.
Mi rincón pequeño,
hermana que fuiste pura luz
que Dios me regaló desde la hierba,
hoy llora conmigo, sin querer, tu ausencia.
Dicen que gritaba - Narrador
loco y a lo ancho
a la luz del cielo
y a los hombres de abajo
y seguía subiendo
con pasos quebrados
a las tierras altas
del azul amado.
Dicen que lo vieron
por donde corre el arroyo
hablando con el silencio,
cortando tallos de hierba,
dicen que lo vieron
contando las florecillas
que crecen junto al venero
y bebiendo agua fresca
entre juncos y romeros.
Subiendo por las veredas
que van desde el valle al cerro
dicen que aquella mañana
de primavera, lo vieron
solitario y pensativo
como si viviera un sueño
o como si viviera fuera
de la tierra y de su pecho,
caminando por el monte
y hablando con el silencio.
Dicen que lo vieron
y nadie sabe decir
qué nombre le tenían puesto
o si buscaba azucenas
por donde va el arroyuelo
que es por donde dicen, iba
hablando con el silencio.
Vestido con la pana vieja,
lleno de tierra y remedado,
manchado de verde hierba
y con trescientos agujeros
que enseñan las carnes secas,
dicen que aquel día lo vieron
por el campo y sin vereda.
- Por más que quieras quedarte - Contrarios
hecho aroma por la tierra
no será real tu sueño
si no te pones y encuentras
a quien sí puede ayudarte
si de rodilla, lo besas.
Y guardan silencio los bosques - Narrador
por donde se le queda en piezas
el alma y el corazón
y la sangre de sus venas.
- Bien poco te costaría - Contrarios
adular, como lo hicieran
los que van delante y detrás
y junto a ti, por la derecha
y lo digo por tu bien
a fin de que no te fueras.
Y el rincón guarda silencio - Narrador
frente al sol y las estrellas
mientras le late en su pecho
la sangre, como si fuera
pana añosa y remendada
manchada de verde hierba.
Dicen que lo vieron
subiendo por la cuesta
que cae desde el cerro,
pisando la hierba
y bebiendo en silencio
el sol de la tarde
que le daba besos.
- Te sientes pastor - Contrarios
y eres extranjero
por tierras y caminos
que te arrancan queriendo.
Habla si no y di
si es mentira o cierto.
Dicen que en la tarde - Narrador
dejaba que el viento
le diera su abrazo
mientras iba muriendo.
Y dicen que en la cumbre
del azul intenso
y las rocas calizas
que miran a lo inmenso,
se paró y sentó
y abriendo su pecho
rezaba y lloraba
viviendo y muriendo.
“Cuídala tú, Dios mío -PERSONAJE
y dale siempre tu beso,
cólmala de gozo y vida
y permite que en su seno
florezca luz y hermosura,
el perfume de tu incienso,
el amor de tu ternura
y todos sus benditos sueños.
Cuídala tú, Dios mío
y dale siempre tu beso
y a la que tanto le han roto
hasta cruel y queriendo
constrúyele un edén
en su corazón tan bueno
y que sea ante tus ojos
un jardín florido y bello
donde anide el amor
en rocío que destile cielo
para que siendo la sencilla
entre tantos tuyos pequeños
sea la hermosa a tus ojos
y la bien amada en tu pecho.
Cuídala tú, Dios mío
y dale siempre tu beso,
abrázala en tu calor
de creador y padre bueno
para que la hermana de la luz
que tanto estamos queriendo
ande su camino en la noche
y llegue, en el día, a buen puerto
con las manos llenas y el corazón
de ti hasta el borde lleno.
Cuídala tú, Dios mío
y dale siempre tu beso”.
Tumbado a la sombra fresca - Narrador
del pino viejo entre nubes
dicen que la tarde aquella
le vieron en la soledad
bebiendo su gozo y pena.
El viento juega y le canta
por entre sabinas y piedras
y por ahí también pajarillos
le cantan a la primavera,
a las flores de majuelos,
a color verde de la hierba
y a la soledad sonora
que honda mana y chorrea.
Tumbado a la sombra tibia
del gran pino de la cresta
abre sus ojos y mira
a la extensión de la tierra
y aunque está triste por dentro,
siente gozo mientras reza
y abraza en su corazón
otra vez a su amada sierra
que se le hace emoción
tumbado a la sombra fresca.
Y dicen que los pajarillos
le hablaban de esta manera:
- Aquí quedará en su tierra - Amigos
la hierba que tú pisaste
cuando ibas por las sendas
cual sombra de sueño errante
besando el frío de las piedras
que en tu corazón amaste.
Quedará por aquí en silencio
una tarde y otra tarde
los rayos blancos del sol
que en los valles abrazaste,
el azul del mundo inmenso
que sobre las cumbres grandes
bebiste a tragos densos
en los hermosos instantes
y quedará por aquí en tristeza
las nubes y el mismo aire,
gritando siempre tu presencia
de sombra de sueño errante.
Aquí quedará en su tierra
sin el cariño de nadie,
por los valles, la pura hierba
que al ir por ella, pisaste
sabiendo ella y las flores
que tú querías quedarte
entre sus tallos y olores,
mas tuviste que marcharte.
Y dicen que desde el azul - Narrador
las nubes le preguntan:
“Cuando tú te vayas - Amigos
¿quién vendrá a traer el cielo
cada mañana?
¿Quién rociará aire fresco
al llegar el alba
o quién cada día vendrá
animando al alma?
Tu sonrisa de fuentes
manando su agua
siempre sembrando esencia
que honda empapa
o tu aliento de primavera
madura y ancha
¿quién lo esparcirá por aquí,
por el rincón que calla
a partir del día gris
en que tú te vayas?
¿Quién vendrá a traer el cielo
cada mañana
con sus bocanadas de aire nuevo
que dulce salva
a partir del momento triste
en que tú te vayas?
A partir del momento exacto
en que tú te vayas
¿quién vendrá por aquí
cada mañana?”
Y la tarde se le hizo hierba - Narrador
al ir por la tierra amada
de la luz de la pradera
y se le llenaron los ojos
de la soledad sincera
que desde el día redondico
locamente le besaba.
Se le vio subir en solitario
por la llanura pequeña
que viene desde el arroyo
para el rincón de la hiedra.
- Pastor del hondo cariño - Contrarios
a la que sientes tu tierra,
al fin se te acaba el mundo
y a otros rincones te llevan
para que mueras y pudras
como muere una pavesa.
Y el pastor guarda silencio - Narrador
porque son palabras ciertas
las que le gritan y aplastan
un poco más en la miseria.
Al ir por la tierra suya,
la tarde se le hizo hierba
y se le llenaron los ojos
de la luz de las praderas
y en la soledad del día
que le besaba sincera
rezaba en su corazón
de esta manera:
“Y entrégame el abrazo que tanto soñé -PERSONAJE
sin que nadie lo sepa, sino Tú, Dios mío,
cuando sea el momento de tu beso puro,
cuando Tú me saques de este cuerpo mío
y me lleves por fin al amor que esperé,
que sea en una noche y de invierno frío
cuando todos duerman y yo duerma también
para que nadie sepa que por fin me he ido
sino el viento claro que me supo bien
y Tú, a quien de verdad, sincero he querido.
Cuando sea el momento de entregar mi vida
y dejar para siempre este suelo frío
donde tanto he llorado en mi soledad
detrás de los montes, solo y escondido
para que nada ni nadie me pudiera dar
lo que nadie podrá, sino Tú, Dios mío,
que sea en una noche, mientras esté durmiendo
arrullado por el canto que mana del río
y besado por la sombra de las nubes blancas,
los únicos que fueron hermanos y amigos.
Llévame, Señor, cuando a Ti te plazca
o cuando por fin sea el tiempo cumplido
y entrégame el abrazo que tanto soñé
sin que nadie lo sepa, sino Tú, Dios mío”.
Cuando el día culminaba - Narrador
su blanco ascenso hacia la luz
y hermoso se derramaba
desde el hondo cielo azul
por toda la tierra amada
que le regalaste Tú,
se le vio que coronaba
la cumbre de la hierba verde
por donde mora su alma.
Se le vio sentarse en la roca,
sillón sobre la atalaya
y mientras dejaba que el viento
a sus anchas lo abrazara
abrió sus ojos a lo ancho
y como muriendo miraba
a la inmensidad del espacio,
sierra hermosa y engalanada
de Dios y de eternidad
y de fuentes que a Dios cantan.
“Gracias, porque me permites -PERSONAJE
que en los bosques vea tu cara
y porque sin yo merecerlo
una vez más me regalas
la hierba verde de la cumbre,
el sol, con luz y mañana
en este silencio delicioso
que sólo para mí preparas
cuando me voy al encuentro
del abrazo con la hermana
que me diste desde la hierba
aquel día con el alba
y me mataron los hombres
que llaman de las ciencias altas
sólo porque ella era buena
y por dentro y fuera, guapa
y limpísima como el rocío
en hierba por la mañana”.
Se le oyó que en su corazón - Narrador
sincero a su Dios rezaba
cuando en su blanco ascenso hacia la luz
limpio, el día culminaba.
Y se le ve en la tarde lluviosa
del mes de abril primaveral
pisando la hierba y rocas
que caen por el puntal
desde la redonda loma.
- En estas horas apagadas - Contrarios
de la soledad sonora
en tu sierra amada
y cuando tanto el alma llora
de tanto respirar la amarga
monotonía negra y honda
¿adónde vas pobre pastor
todo lluvia y todo sombra,
barro y frío que te quema
en tu noche de amapola?
Y tembloroso el pastor - Narrador
tragando la última gota
de su esperanza desvaída:
- Voy conmigo y voy a solas -PERSONAJE
como tantos días en mi vida
hacia el puntal de las rocas
desde donde se divisa
la dicha que me enamora.
- Pues la puerta está cerrada - Contrarios
y te pesa tanto la soga
de la vida que ya no vives
que te mueres gota a gota.
¿Acaso piensas despeñarte
desde el filo de las rocas
para así acabar por fin
con lo que tanto te ahoga?
- La hermana mía, -PERSONAJE
lo es desde la hierba
y nació una noche fría
cuando mi grandiosa sierra
se cubría en blanco velo
de fina nieve y esencia
que era presencia de cielo
con amor del Dios que besa.
La hermana mía,
cuando todavía pequeña
se pasaba el día
jugando por las riberas
que adornan las diamantinas
aguas primeras
de la fuente azul que da vida
al río de la sierra
y en sus ratos libres,
la hermana princesa
se iba siguiendo a la madre
por las praderas
de la hierba donde pastan
sus mil ovejas.
Se empapó la hermana de viento
fino de sierra,
de soledades profundas
con luz de estrellas,
de nubes blancas y algodonosas
y de tormentas
y también de hielo y nieve,
rocío en perlas
por donde Dios la enamoraba
en una dulzura intensa
y por eso germinó su alma
en virgen azucena.
Y cuando la hermana mía
de fue a donde los hombres
tienen sus ciencias
buscando enriquecer su espíritu
tal cual Dios quisiera,
trabajó ella con tanto ahínco
interés y fuerzas
que se aprendió todos los libros
y cosas buenas
que unos y otros le decían
y fue primera
no sólo en notas y proyectos
sino hasta en sinceras
sonrisas limpias de Dios
y acciones bellas
a todo su alrededor
y siempre a cualquiera,
fuera amigo o enemigo
o del color que fuera.
Pero la hermana mía
estando ella
sembrando y repartiendo amor
a diestras y siniestras
recibió el bofetón
de la envidia fea
y la clavaron en la cruz
cual vil pelleja
y después de dejarla sola
con la herida abierta
la aislaron en los campos
tras las ovejas
donde a ella la vi llorando
en la tarde aquella
en que se moría a chorros grandes,
pobre princesa,
despreciada de los hombres buenos
y las altas ciencias
que es donde la habían llenado
de la gran miseria,
de los rencores más raros
y la envidia añeja.
Y al verla en aquel dolor
y muerte tremenda:
“A ti, hermana mía que lloras
y cuando vas tras tus ovejas
tus piernas se quedan flojas
porque le faltan las fuerzas
aunque en el alma te sobra.
A ti, hermana hondísima
en mi espíritu y las horas
que Dios me viene regalando
contigo como amapola
y a la que algunos han roto
como se rompe una soga
de esparto o de guiñapos
y te han dejado luego sola
con tu dolor en las carnes
que te roe gota a gota
y con tu herida en el alma
donde Dios complacido mora.
A ti, la vil despreciada
por ser en redondo hermosa,
te pido agarres a Dios
y aunque no quieras, perdona
que en el dolor del desprecio
y en el de la carne rota
es donde se enriquece el alma
y el fino amor se acrisola.
Así que saca provecho
hermana mía primorosa
del cobarde y vil desprecio
que te han hecho, siendo rosa”.
Y la hermana mía me dijo
con la fuerza de las olas:
- Ni riquezas ni dinero - HERMANA
me dan alegrías sabrosas
ni tampoco yo las quiero,
quiero acciones cuyas obras
sean de sentir sincero
porque se alzan y apoyan
en el Dios que se lleva dentro
y quiero que me dejen ser
en la libertad y lo bueno
que Dios plantó en mi corazón
cuando yo era niña y juego
porque esa verdad es la mía:
el cariño y el respeto
y la limpieza de los míos
que por aquí me regaló el cielo.
Y luego ella preguntó:
- ¿Es también lo tuyo cierto?
Porque he oído que te destierran
a otro lugar bien lejos
de esta mi sierra y tu sierra,
sangre que alimenta el cuerpo.
Y le dije yo a la hermana:
- Sesenta años después
y casi al otro lado del tiempo,
lo de aquel amigo mío,
el que era tan bueno
que lo sentía yo como carne
y vida de mi propio cuerpo,
sesenta años después,
aun vivo, lo recuerdo.
Era por la mañana
y él estaba en su cerro
redondo cual melón maduro
que destaca entre el resto,
y estaba con sus animales
como tantos otros mil momentos
y llegaron los crueles
y le dijeron:
- A partir de aquí,
aquellas rocas y aquel fresno,
desde hoy, tienes prohibido
volver a pisar el suelo.
Y mi amigo les dijo
que no tenían razón ni derecho
y luego él se calló
y por dentro
se llenó de una amargura tan grande
que ya se sentía muerto.
Sesenta años después
triste aun lo recuerdo
y como si ahora mismo fuera,
claro y vivo lo estoy viendo:
mi amigo abandonó la tierra
y cuando iba por el vallejo,
llorando él caminaba
y a la vez, diciendo:
- Tengo que perdonarlos
aunque amargo sea el destierro
porque el amor que yo le tuve
a mi bonito cerro
no consentiré que nunca
se convierta en odio negro.
Sesenta años después
aun vivo, lo recuerdo
y al amigo que era carne conmigo,
como al primer, día lo quiero
y, con aquella tristeza suya,
aun hoy yo sigo muriendo.
- ¿Pero es verdad o no
que al fin te echan de este suelo?
Porque si te vas
y yo me muero
¿como podré seguir en la tierra
cada día amaneciendo?
Y tuve que sujetar las palabras
y pudrirlas en el silencio.
La hermana mía, - PERSONAJE
no dijo más
porque se estaba muriendo
en la limpia soledad
de su mundo bello
aunque en el abrazo de Dios
y de Él también su beso.
Tenía roto el corazón
y ahí, destrozado el sueño
que de pequeña soñó
y en las tripas de su cuerpo
tenía agujeros rojos
por donde a chorros doliendo
se desangraba gota a gota
solita ella por el cerro
tras sus ovejas y la brisa
de aquel agosto tremendo.
Por las cumbres blancas - Narrador
de la hierba verde
y rocas de plata,
entre las praderas
que el sol mudo baña,
dicen que lo vieron
aquella mañana
y todavía una oración
al cielo rezaba:
“Cuando ya no esté, Dios mío, -PERSONAJE
y el río del edén siga corriendo
con la transparencia que lo he conocido
y con la luz y gozo que me daba contento
desde aquella primavera que me lo encontré
chiquitico, allí donde duerme el viento,
para cuando ya no esté, Dios mío,
sólo tres cosas pedirte ahora quiero:
Permíteme que cada noche sueñe
con este río que aquí me dejo
y permíteme que sienta el rumor de su corriente
con la misma claridad que hoy la siento
para que mi corazón enamorado
no se muera de tristeza en aquel destierro.
Permíteme, Creador de las estrellas,
que cuando esté soñando este dulce sueño,
pueda percibir el olor de las montañas
que dan vida al que es el río más bello
y permíteme que pueda coger
los juncos y las ramas de los fresnos
para que en aquella distancia amarga
siga un poco más vivo, aunque esté muerto.
Permíteme, amado Dios de mis entrañas
que cuando ya no esté y me alimente con el sueño,
encuentre cada noche un prado limpio
y un poquito de hierba junto al sendero
para refrescar las sangre de mis venas
y seguir creyendo, que aunque muerto,
vivo todavía por estas riberas
donde recibí de Ti aquel tan hondo beso
y por donde jugó la hermana de la hierba
que tan honda en mis venas lloro y llevo”.
Y dicen que lo vieron - Narrador
yendo mudo y solo
rozando las ramas
de los viejos enebros
y pisando las claras
veredas de los ciervos,
gozando y bebiendo
el silencio de escarcha,
el viento que subía
desde la cascada
y la rota sinfonía
de la tierra amada.