CASI AL FILO DE LO IMPOSIBLE
 Una fantástica ruta en la Sierra de las Villas

 

 El contenido de esta página es parte del texto de un pequeño

       libro titulado:          "Al filo de lo imposible".           Si         

pincha en este enlace puedes verlo en la editorial y tienda online.   

 

 

 

Aclaración necesaria.

El recorrido.

Tiempo para recorrer esta ruta.

Las etapas de la ruta.

Punto de partida.

Descripción de la ruta.

1ª Cascada y cerrada, la del Pinato.

2ª Cascada y cerrada, la de Lancha de la Benita.

3ª Cascada y cerrada. La de la Cueva del Agua.

4ª Cascada y cerrada, la de Puente Tijera.

5ª Cascada y cerrada, la de Gil Cobo o Zarzalar.

Las Huelgas de Gil Cobo.

Cerrada y cascada de San Ginés.

Cascada de la Blanquilla Baja.

Cenajo de la Blanquilla Baja a Pedro Miguel.

Breve descripción de la cumbre.

Pedro Miguel, Pinar Negro, Los Hermanillos.

Los Hermanillos, Cañá Somera, el Hoyacillo.

La fragancia eterna.
Mientras llega el sueño, en la noche sosegada.

La bonita y curiosa cuenca alta del Aguascebas.

Collado de los Hermanillos, Cueva del Peinero.
El charco con alma.

Huelga Cueva del Peinero, Molino de la Parra.

Algunos nombres por el rincón.

La anécdota.

Molino de la Parra, La Herradura.

Los últimos del Edén.


LA  GRAN RUTA  DE  LA 
SIERRA   DE LAS  VILLAS

    La fragancia eterna

       CASI AL FILO DE LO IMPOSIBLE

            Una fantástica ruta en la Sierra de las Villas. Ruta muy dura y difícil y por eso solo para montañeros con experiencia y buena preparación física. En muchos trozos va campos a través y tiene que salvar fuertes desniveles, con preciosas cascadas y paredes totalmente en vertical. Debe hacerse en equipo bien compenetrado, preparado y equipado. Hay mucho riesgo.

 

   Distancias aproximada:   18 a 20 kilómetros.

    Tiempo aproximado:        3 días.

    Desnivel:                             1030 metros.

 

               Aclaración necesaria

               Quiero dejar claro que esta ruta es una fantasía mía. Me explico: nunca hice esta ruta tal como aquí la voy a describir pero sí la soñé muchas veces. Hasta pienso que jamás nunca nadie será capaz de hacerla. Esta ruta rompe todos los esquemas de las mil rutas trazadas por las sierras de este Parque Natural. Creo que presenta tan grandes dificultades y es tan dura que nunca se atreverá nadie a hacerla. Y aunque se atreviera quizá no pueda culminar la aventura. Es para escaladores bien preparados y con fortaleza.  Por eso digo que si algún día este texto cae en manos de personas con la energía y fortaleza suficiente como para hacer esta ruta, me gustaría saberlo por pura satisfacción personal. Pero por ahora y para que quede aclarado, repito otra vez que esta ruta es pura fantasía mía. La escribo porque es realmente hermosa y por si alguien se anima y logra vivir la experiencia. Suerte y los envidiaré o lo envidiaré siempre.

 

                El recorrido    

               A superar desde algo menos de los 800 m. hasta los 1830. La Herradura en el río Aguascebas Grande, arroyo Gil Cobo arriba, cascada del Rincón del Pinato, Cerrada y salto en la Lancha de la Benita, Cerrada y salto en la Cueva del Agua, Puente Tijera, Cerrada y salto de Gil Cobo o del Zarzalar, Cerrada de San Ginés, Cerrada y salto de la Blanquilla Baja, Cañada y Cenajo de la Blanquilla Baja, Cañada del Lobo y Blanquilla Alta, cumbres de Pedro Miguel, (Blanquillo). Por la cumbre en nivel llano.  Fuente y cumbre de Pinar Negro, collado del Pocico de Pinar Negro, cumbre de Piedras Morenas, cumbre de El Cubo, Poyo del Zorro, Cañá Somera y Hoyacillo. A bajar hasta los 800 m. Collado de los Hermanillos, curso alto del río Aguascebas Grande hasta la Huelga del Peinero, cerrada de la Cueva del Peinero y curso del río abajo hasta el Molino de la Parra, Cerrada y salto del Molino de la Parra, Charco Azul y curso abajo del río Aguascebas Grande hasta la Herradura final de la ruta. Punto más bajo, La Herradura sobre 800 metros. Punto más elevado, Pedro Miguel con 1830 metros. Tramo medio, cerrada de Gil Cobo, Cueva del Peinero.

 

                Clarifico que el recorrido de esta ruta también se puede hacer en sentido inverso: en lugar de subir por el arroyo Gil Cobo y regresar por el río Aguascebas Grande, puede trazarse en sentido contrario. Remontar desde la Herradura por el río Aguascebas Grande y regresar por el cauce del arroyo Gil Cobo.  Quizá esta opción sea la más sensata y por supuesto mucho más fácil. Para remontar el primer tramo de la ruta el cauce del Aguascebas presenta muchas menos dificultades. Tiene más agua pero las cerradas y cascadas no son tan imposibles como sí el en Gil Cobo. Si se opta por esta opción, Aguascebas Grande, Piedras Morenas, Cenajo de la Blanquilla Baja y arroyo Gil Cobo, los datos que a continuación voy a exponer, son válidos. Tanto dar hacer el recorrido arroyo Gil Cobo, Aguascebas Grande como Aguascebas, Gil Cobo. Los datos que expongo sirven en ambos casos solo que habrá que leerlos al revés. Las etapas serían las mismas, los sitios para descansar y comer al medio día y por la noche, los mismos y se recorren los mismos lugares. Y repito que la parte más fuerte por su gran dificultad es la del arroyo Gil Cobo en su tramo bajo. Si se traza el recorrido según lo que voy a describir este tramo difícil sería el primero y si se traza a la inversa, sería lo último de la gran ruta.

 

       Y aclaro un detalle más. En la descripción de esta ruta no me voy a detener demasiado en los detalles. Tampoco me voy a detener mucho en la toponimia. Y digo por qué será así. De estas sierras de las Villas tengo hecho un muy extenso trabajo literario. En él recojo muchos matices, detalles y topónimos de todos estos rincones. También del terreno por donde va a discurrir esta ruta. No creo conveniente repetir en estos textos lo que ya tengo en otros. Y como no lo creo conveniente así lo haré. Aquí solo recogeré los nombres estrictamente necesarios y no más.

 

                Tiempo para recorrer esta ruta.      Ir al índice
                         Lo más cómodo y emocionante es repartirla en tres jornadas completas. La extensión a recorrer es bastante, las dificultades que presenta el terreno son muchas y duras y la subida del primer tramo también es fuerte. Así que dividida en tres jornadas completas podría quedar de la siguiente manera: primer día: la llegada desde el pueblo de Mogón al lugar llamado La Herradura. Preparación y ascensión del arroyo de Gil Cobo hasta la cañada de la Blanquilla Baja y dormir en el Cenajo de la Blanquilla Baja. Segundo día: subida al pico de Pedro Miguel (Blanquillo), cumbre por la fuente y parajes de Pinar Negro, Cañada Somera y dormir por el collado de los Hermanillos. Tercer día: bajada del primer tramo y tranco del río Aguascebas Grande hasta la Huelga del Peinero. Seguir cauce abajo hasta el Molino de la Parra, cerrada, tranco y cascadas del Molino de la Parra, charco Azul y el último tramo del río hasta el encuentro con el punto de partida, la Herradura.

 

                Las etapas de la ruta.     

               Es preferible comenzar esta ruta a primeras horas de la mañana. Y el mejor tiempo para recorrerla es al final de la primavera o en los primeros meses del otoño. En los días que hay más horas de luz y el calor o el frío no es tanto como en pleno verano o en pleno invierno. La he dividido en seis etapas a lo largo de los tres días para dosificar mejor los parajes y las dificultades. El primer día tiene dos etapas: La Herradura, Poyo Gil Cobo, Poyo Gil Cobo, Cenajo de la Blanquilla Baja. Al final de la primera etapa de este primer día primer encuentro con el equipo de avituallamiento. El segundo día tiene también dos etapas: Cejano de la Blanquilla Baja, Pedro Miguel, Hermanillos y Hermanillos, Piedras Morenas, Cañá Somera, El Hoyacillo. Al final de la primera etapa de este segundo día comida  y descanso en los tornajos de Pinar Negro.  La de este día es la etapa más cómoda y bella en cuanto a las hermosas panorámicas que desde las cumbres se observan. El tercer día  de nuevo tiene dos etapas también: collado de los Hermanillos, Huelga de la Cueva del Peinero y Huelga de la Cueva de Peinero, La Herradura. En la primera etapa de este tercer día segundo encuentro con el equipo de avituallamiento y como cae en el centro del día, la comida del medio día. De estas seis etapas la más dura es precisamente la primera y la última. Pero lo es la primera porque hay que subir por el complicado cauce del Arroyo Gil Cobo. La última etapa discurre por un terreno también muy similar al de la primera etapa pero en este caso se hace bajando. No requiere tanto esfuerzo ni tampoco es tan duro el recorrido.

 

                Punto de partida.    Ir al índice

               El lugar llamado La Herradura en el río Aguascebas Grande donde a éste se le junta el arroyo de Gil Cobo. Hasta este punto se puede llegar, en coche, siguiendo el carril de tierra que viene desde el pueblo de Mogón por entre olivares y lomas hasta el rincón de Bardazoso. Es el carril de tierra que usan todas las personas que por estas laderas y barrancos tienen olivares. Y para hacer esta ruta lo mejor es situarse en este punto de la Herradura con vehículo. Este carril arranca en el mismo pueblo de Mogón y suele tener cadena al principio. No es un camino para turistas sino para las personas que por la zona tienen olivares, casas o animales. También se puede llegar desde Villacarrillo por la Cañada de la Madera hasta el collado de la Tobilla pero en este caso probablemente tendremos que dejar el coche bien arriba y no en el curso del río.

 

                Otra opción puede ser la siguiente: llegar con el coche hasta la Nava del Vilano. Aquí dejar el coche y bajar andando por la senda de las Acebadillas, Poyo del Moro y La Herradura donde es el punto de partida. Llevar solo lo necesario y remontar el primer tramo del arroyo Gil Cobo lo más ligero posible de equipaje. Utilizar el coche como base de avituallamiento y el primer el encuentro con esta base sería al remontar la cerrada y cascada del Zarzalar o Gil Cobo. Por este punto pasa la carretera asfaltada  y  por eso sería fácil encontrarse con el vehículo y reponer lo necesario para el segundo tramo de esta ruta que discurre por lo más alto de la cumbre hasta el encuentro con el río Aguascebas Grande. En la Huelga de la Cueva del Peinero volver a encontrarse con el vehículo de apoyo y reponer material para el descenso del río hasta la Herradura. Al llegar a este punto, en esta segunda opción, habría que volver a subir andando hasta la Nava del Vilano para encontrarse con el vehículo de apoyo o seguir río abajo hasta el pueblo de Mogón o unos kilómetros antes. Con vehículo se puede subir desde Mogón por el curso del río  hasta Casa Rubiales o más. Desde La Herradura hasta el pueblo de Mogón el curso del río Aguascebas Grande presenta muy buenas dificultades y mucha belleza. Serían entre cuatro o cinco kilómetros más dependiendo en qué punto estuviera el vehículo. Esta segunda opción sería muy sensata pero requiere una buena organización en equipo. 

 

                Descripción de la ruta.     Ir al índice

               Ya lo he dicho antes: nunca recorrí esta ruta tal como aquí la he trazado. Conozco el terreno por haberlo pisado un día por un lado y otro día por otro pero siempre fue al moverme por estas sierras en recorridos diferentes. Pero como conozco el terreno puedo hablar de él sabiendo lo que me traigo entre manos. Así que una vez en el punto de partida y bien equipados para el recorrido y las tres jornadas, emprendemos la marcha. Por el bonito llano de la Herradura. Tierras que en otros tiempos fueron huertas sembradas por los serranos que ocupaban el rincón. Buscamos el cauce del arroyo Gil Cobo, por la derecha del río Aguascebas Grande y hacia el collado del Pocico. En este primer tramo a lo mejor encontremos alguna senda que todavía se pueda andar. Hay mucha vegetación pero el terreno es llano. Ya en el cauce la ruta a seguir es precisamente corriente arriba. En cuanto llegamos a las aguas del arroyo Gil Cobo comienza la gran ruta. Solo unos metros aguas arriba y el primer saludo de la primera y bonita cascada. Es conocida por la cascada del Rincón del Pinato. Y aclaro algo más las cosas. Aunque en este texto presento las cascadas como perfectamente definidas y aisladas unas de otras, por algunos tramos las cosas no son así exactamente. Unas cuantas de estas cascadas son en realidad como las más importantes y significativas pero sobre el terreno se encadenan las más espectaculares con otras menores, charcos, covachas, tramos del río que se divide y se esconde por entre las rocas, macetas de musgo que adornan delicadamente y tobas colgando o formando arcos. En realidad es todo un museo natural el grandioso tramo de este Gil Cobo. Este arroyo es mucho más torrencial que el Aguascebas Grande y por eso el surco por donde se despeña, es hondo y asombroso por las enormes paredes que lo escoltan y las cumbres que lo coronan.   

 

                1ª Cascada y cerrada, la del Pinato.    Ir al índice

                Es este un tramo muy bonito pero difícil. Como en todas las demás cascadas que iremos encontrando hay que echar mano de cuerdas para poderla superar.  Esta primera, la del Pinato, es como el aperitivo del buen banquete que tenemos delante. Un primer bocado delicioso pero con su dificultades y belleza. La ruta remonta por el mismo cauce, en dirección contraria a como corren las aguas y no por las orillas. Pero desde aquí para arriba ni siquiera por las orillas hay senda. Así que tendremos que echar mano de todas las fuerzas y posibilidades de que dispongamos y a superar la primera cascada del bonito arroyo de Gil Cobo. Se trata de recorrerlo en toda su longitud siguiendo fiel el cauce. Esta primera cascada, subiendo por el cauce y la última según la ley natural del arroyo, se origina sobre la curva de nivel de los ochocientos a novecientos metros. Por lo tanto la ruta la hemos arrancado algo por debajo de los ochocientos metros. Se da esta cascada donde se cierra parte del Poyo del Moro, por la derecha y el Poyo de los Morrones, por la izquierda. Las aguas del arroyo han cortado a la muralla de rocas y han modelado la caída con su preciosa cascada y bonito escalón.  

 

                2ª Cascada y cerrada, la de la Lancha de la Benita.  Ir al índice
               Al terminar de remontar la primera cascada encontramos un trozo bastante bueno de recorrer. El desnivel es poco y  por eso el curso del agua discurre por un paisaje más amable. Un recreo para el espíritu y como bocanada de ánimo para que el entusiasmos se levante. Coronan majestuosas las laderas a los lados y las cumbres como si fueran llamando para que le entremos con fuerza a lo que el río nos regala cauce arriba. Justo al remontar la cascada primera cruzamos la curva de nivel de los ochocientos metros y al encontrarnos con la que discurre por los novecientos metros nos saluda la segunda cascada y cerrada de la ruta. La que se origina por la confluencia de la Lancha de la Benita y el Poyo de las Arenas. En este punto como en el primero tampoco podremos salir del cauce para remontar. A ambos lados encontramos pronunciadas paredes que caen casi en vertical y por eso solo es posible superarlas escalando. Por la cerrada  y cascada es mejor paso porque en cuanto la remontemos volveremos a encontrar otro buen tramo amable.  Por la derecha es por donde queda la Lancha de la Benita, terreno rocoso y muy quebrado por donde en otros tiempos abrieron un paso. Para superar el escalón se tuvieron que ayudar de palos y por eso al paso lo bautizaron con el nombre de Tranco de los Palos. Ya se ha roto casi por completo este paso y además queda bastante elevado sobre el cauce.

 

                3ª Cascada y cerrada. La de la Cueva del Agua.  Ir al índice

                Ya lo he dicho: justo sobre la curva de nivel que discurre por los novecientos metros se origina la segunda cascada, formada por la Lancha de la Benita. Por este punto se cierra mucho más el cauce del arroyo. Pero una vez superado el escalón el terreno mejora mucho. Entre las curvas de nivel de los novecientos a mil metros se abren buenas tierras a ambos lados y por eso en otros tiempos hasta los sembraron de hortalizas y otros productos. Es este el Recó de la Lancha de la Benita y el Poyo de las Arenas. Un buen tramo amable que termina justo al tropezarnos con la curva de nivel que recorre los mil metros. Aunque no es tan amable este terreno porque en un recorrido de aproximadamente trescientos cincuenta metros se eleva cien. Casi pura caída. Pero más caída es el tramo que aparecerá enseguida. Porque justo en este punto empieza el tramo más escabroso y al mismo tiempo más bello de este arroyo. No es el más vertical, pero sí lo es. El salto por excelencia es el del final, el que queda por encima de éste. Pero en esta tercera cerrada y cascada, más bien una cadena de tres cascada con su correspondientes charcos y rocas modeladas, con caídas desde los diez a los veinte metros, es donde encontramos las preciosa y conocida Cueva del Agua. La que nada tiene que ver con la Cueva del Agua en Tíscar, Sierra de Quesada y también sierras de este Parque Natural  ni con la Cueva del Agua en Poyotello, Sierra de Segura por Santiago de la Espada. Esta Cueva del agua en el arroyo de Gil Cobo en la Sierra de las Villas, es otra cosa. Mucho más escondida, mucho más recogida, mucho más misteriosa y por eso mucho más emocionante aunque no sea tan grande como las dos primeras. 

 

                Se origina esta tercera cerrada donde en el arroyo se juntan las lanchas del Zarzalar y la de la Tejea. Otros dos buenos trancos rocosos que presentan niveles muy pronunciados y que las aguas han tenido que tajar. El arroyo ha cortado las complicadas rocas de estos dos trancos y al originarse la caída se formó la que ahora es conocida por la Cueva del Agua en el arroyo de Gil Cobo. Al remontar solo un trocico de terreno algo mejor y luego más cerrada y más cascada. Por este tramo las curvas de nivel están muy juntas y eso indica que el desnivel es muy pronunciado. Entre la curva de los mil metros y la de los mil cien es donde se origina la Cueva del Agua. De los mil cien a mil doscientos metros es todo casi pura cerrada y cascada a excepción de un trozo por donde pasa, pasaba, la vieja senda que hacía las funciones que hoy hace la carretera asfaltada. A este punto se le conoce con el bonito nombre de Puente Tijera. Va la vereda, iba,  de un collado a otro. Collado del Pocico, en la Nava del Rico y collado de la Tejea, por donde la Bruna y la Peraleja.

 

                4ª Cascada y cerrada, la de Puente Tijera. Ir al índice

                Es algo distinta. La sierra por aquí empieza a abrirse porque ya nos hemos elevado mucho y por eso los horizontes son otra cosa. Desde el Puente Tijera subimos por el cauce aunque la vegetación complica mucho. Mientras remontamos este trozo de ruta al frente nos van saludando las robustas paredes del Poyo o lancha de Gil Cobo. En estas paredes anidan los buitres y por eso son mucho más grandes que las que hemos dejado atrás. Saludan majestuosas ofreciendo una muy complicada ladera de rocas sueltas y mucha vegetación de zarzas y majuelos. El terreno nos va preparando para la que es la cuarta y últimas gran cascada y cerrada de este misterioso y hermosísimo arroyo de Gil Cobo. Justo en la curva de nivel que discurre por los mil doscientos metros se origina este fabuloso salto. Se le conoce, el que lo conoce, con el nombre de Cerrada o Cascada de Puente Tijera o del Zarzalar. Y la origina la lancha del Agrión y la de Gil Cobo. Al coronar por la izquierda se encuentran las ruinas del cortijo de Gil Cobo, el que le dio nombre a todos los parajes de este fabuloso rincón de la Sierra de las Villas.

                 La primera, de las dos o tres cascadas encadenadas que por aquí nos regala el cauce, es muy bella. Las aguas caen en un bonito chorro desde una altura de cinco o seis metros y se estrellan en las rocas para descansar en el bonito charco. Es como una pintoresca ducha natural con su charco grande y limpio para que no falte ni la bañera ¿Cómo podremos remontar esta cascada? Si hemos superado las que ya han quedado atrás, seguro que está también caerá. Mientras lo hacemos es muy probable que podamos gozar del majestuoso vuelo de los buitres leonados. Son los dueños de los voladeros que en estos momentos nos superan por la derecha y por la izquierda. ¿Quién pudiera ser buitre en estos momentos? Nos preguntaremos en más de un momento pero tiene su recompensas ser lo que cada uno es. Al remontar la primera de esta sucesión de cascadas encadenadas aunque un poco el terreno se nos abre y nos presenta menos dificultad, enseguida se nos ofrece lo hermoso y bueno.

                5ª Cascada y cerrada, la de Gil Cobo o Zarzalar.  Ir al índice

                Y lo hermoso y bueno es la cerrada y cascada por excelencia en este original cauce de Gil Cobo. Entre los mil doscientos y mil trescientos metros es donde se talla este espectacular salto y queda muy bien adornado por una variada vegetación y paredes rocosas a ambos lados. No es fácil calcular la altura de un salto de éstos así a simple vista pero seguro que pasa de los treinta metros. Se estrecha mucho el final de esta cascada porque es justo donde se juntan la lancha de Gil Cobo y la del Agrión. Un paso casi imposible por su desnivel y su estrechura pero que en cuento legremos superar nos regalará un bellísimo espectáculo: las tierras llanas y hermosísimas de lo que en otros tiempos fueron las Huelgas de Gil Cobo. Quiero decir que estas grandiosas paredes rocosas, calizas muy erosionadas, además de acoger a una buena colonia de buitres leonados dan forma a varias cuevas muy bellas y también dan vida a muchas plantas únicas en esta sierra de las Villas. Y ya lo he dicho antes: son las paredes, volaeros según el habla serrana, más espectaculares que tiene este arroyo. Por eso también dan forma a las mejores cascadas. Si logramos superarlas será un reto personal muy importante. 
       

                Las Huelgas de Gil Cobo.   Ir al índice

               Y sigo, dando por hecho que estas grandiosas casadas son superadas. Al conseguirlo, se sale por la estrechura que las rocas han tallado al comenzar su caída y un gran gozo, en el alma y ante los ojos. A un lado y otro del cauce se abren buenas tierras con mucha vegetación. Tierras que en aquellos lejanos tiempos fueron huertas donde se sembraban y recogían abundantes cosechas de hortalizas y cereales. Luego vinieron las administraciones y "expropieron" estos paraísos. La sembraron de álamos y pinos, las cercaron y en una época concreta y más cercana hasta instalaron por aquí una zona de acampada. Luego la prohibieron por el destrozo que las personas hacían a la vegetación y por estas fechas los álamos y las ovejas de mi amigo el pastor de la “Traviesa” son los dueños de tan bonito paraíso.  Todavía por el rincón crecen algunos de los árboles frutales que adornaban aquellas huertas. Manan por aquí algunos manantiales de aguas muy puras y buenas y todavía existe la fuente de cemento con su caño de hierro que construyeron cuando lo de la acampada. El rincón es de una belleza que asombra. Es el rincón ideal para un buen descanso porque en este punto concreto se termina la primera de las cinco etapas de esta ruta. La primera y más dura de todas. Por aquí mismo pasa la carretera asfaltada que la administración de turno construyó. Debería haber ido por el lugar que siempre usó la vieja senda de los serranos pero decidieron que no fuera así.

 

                El recorrido de este primer tramo ha sido de unos 2,5 kilómetros y medio. El desnivel que ha superado este primer tramo es de unos 500 metros. Las cascadas y saltos más complicados de toda esta ruta se concentran en el tramo mencionado. El de los Poyos de Gil Cobo y lancha del Zarzalar. Confirmo  que este tramo es el más bello y original de todas las sierras de este gran Parque Natural. Y en cuanto se avanza unos metros por las tierras casi llanas de  estas Huelgas de Gil Cobo aparece la carretera asfaltada. Es el momento del encuentro con el equipo de avituallamiento. Un buen descanso merecido, reposición para dos días con sus noches y a continuar la ruta.

 

                 Cerrada y cascada de San Ginés.   Ir al índice

                Por donde la carretera cruza el arroyo, puente de cemento y todo, a la derecha se aparta un carril de tierra. Lleva este carril, además de a otros muchos rincones hermosos, a las llanuras de Jabalcaballo, por Peña Corva. Por esta pista de tierra continua ahora la ruta. El cauce del arroyo ya interesa menos porque el carril remonta casi abrazándolo y el surco apenas tiene dificultad. Roza una bonita fuente de cemento por la derecha con buena agua y fresca. Más arriba mana la Fuente de la Teja. Después de la Cerrada de San Ginés, hermosa pero no tanto porque las manos del hombre la modelaron aparece otro paisaje abierto. Se divide el carril. El de la ruta que se describe toma para la izquierda. En unos metros y tras unas rocas en la curva del carril, por la derecha aparece la fuente de la Teja. Cerca del Cenajo de la Blanquilla baja corre el arroyo con este mismo nombre. De su corriente se puede uno fiar y es buena y fresca pero la de la fuente ofrece más garantía. Podemos reponer y también prever para la noche y el amanecer. Después del Cenajo de la Blanquilla, hay agua por la Cañada del Lobo en el arroyo de la Blanquilla Baja, pero hasta los tornajos de Pinar Negro ya no hay más veneros. 

 

               Cascada de la Blanquilla Baja.   Ir al índice

               El carril supera a la fuente de la Teja y unos metros más arriba cruza el arroyo. A la derecha saluda la última de las cascadas de este grandioso cauce. Parece sencilla y lo es si entra en comparación con las dejadas atrás pero tiene sus dificultades. Por ahí mismo sigue la ruta. Y en cuanto remonta la preciosa cascada el arroyo se viene para la izquierda. Es su sitio natural  puesto que las mejores y más abundantes aguas del Arroyo Gil Cobo proceden de esta zona de la sierra. De las altas cumbres de Pedro Miguel en su cara oeste que es una porción de sierra conocida con el bonito nombre de Blanquilla Alta. Pedro Miguel es la cumbre que corona. Al terminar de remontar la cerrada de la Blanquilla Baja, aunque el arroyo se viene para la izquierda en busca de su cuna natural, hay que seguir para la derecha. Ya es buen terreno y muy fácil de andar. En unos metros, por entre bujes y majuelos, aparece el carril de tierra que se mete hasta los primeros metros de la Cañá de la Blanquilla Baja. Siguiéndolo, antes de la única noguera por este rincón, por el lado izquierdo se aparta una senda. Es la vieja senda que los serranos de otros tiempos usaban para recorrer la sierra desde las llanuras de Jabalcaballo hasta las cumbres de Pedro Miguel y Pinar Negro. La usaban principalmente para el trajín con sus animales y para abastecerse de leña de la zona de Pinar Negro. No moría ni muere por estas cumbres pero por ahora aquí la dejamos.

 

       Remonta esta senda, desde el carril por el lado izquierdo, por entre bujes, pinos, majuelos y demás y pasa justo por debajo la bonita pared rocosa del Cenajo de la Blanquilla Baja. Es casi una cueva, gran cueva que puede refugiar de tormentas, nevadas y demás y hasta del rocío o el frío de una noche. El Cenajo de la Blanquilla Baja se abre casi en lo más alto de una cumbre entre la Morra de los Cerezos y la Blanquilla Alta. Este es el punto para plantar el campamento de cara a la primera noche en esta ruta. Un bonito rincón en forma de mirador natural hacia todo el gran barranco y que ha quedado atrás y también parte de las cumbres que esperan en su honda belleza. Así que en este rincón se abren los sacos y se recibe a la noche con la dignidad y la dicha que la noche merece en tan privilegiado lugar. También lo merecen los que en este palacio van a dormir. A reponer fuerzas para el día siguiente que no será tan duro como el que se ha quedado por las cerradas, charcos y cascadas del grandioso cauce de Gil Cobo.  Mañana será otro día desde luego mucho más tranquilo pero lleno de limpios placeres por los preciosos regalos que irán entregando las sierras por donde discurre la ruta.

 

       Cenajo de la Blanquilla Baja a Pedro Miguel. Ir al índice

                Nuevo día, segundo de los tres,  y tercer tramo de los cinco que forman esta ruta. Desde el Cenajo de la Blanquilla Baja a la Cumbre de Pedro Miguel la distancia aproximada es de tres kilómetros. El desnivel a superar no llega a los trescientos metros pero todo es subida. Las últimas subidas en esta ruta porque a partir de Pedro Miguel la ruta discurre por el mismo nivel, sobre la cumbre, y luego baja hasta el punto final. Los paisajes que recorre este tramo son muy cómodos de andar y tomándolos con calma hasta resultan un muy bello paseo. No hay agua en todo el recorrido hasta los tornajos de Pinar Negro. En este punto se puede establecer el descanso para la comida al medio día. El rincón lo merece y queda casi en centro del recorrido planeado para el día de hoy.

 

                Con el nuevo día la sierra se abre envuelta en belleza mágica y limpia. Un asombro y un regalo para los que tanto ama a la sierra y la recorren como en un abrazo lleno de amor. Desde el Cenajo de la Blanquilla baja sigue la senda en busca de las cumbres de Pedro Miguel. Recorre el trozo de ladera desde el Cenajo hasta la Cañada del Lobo y comienza la ascensión por las tierras ásperas y bellas de la Blanquilla Baja. Mientras remontamos, el gozo se instala en el alma. Las panorámicas a un lado y otro se abren hondas y misteriosas. A la derecha el profundo valle por donde el Guadalquivir va horadando a la sierra en busca del embalse de Tranco. No hay que hacer caso a los turistas que por este extraño valle se apiñan. Y digo extraño con mucho dolor porque merece mi más hondo respeto por la dignidad que le corresponde y le roban los que no saben amarlo. Muchos de los que por este valle se mueven ni saben de la sierra ni de estas cumbres y menos del latido del corazón de los que por estas cumbres buscan la belleza. A la izquierda la hermosa Sierra de las Villas con sus elevados picos y pronunciados barrancos. Este bellisímo universo sin nos pertenece en toda su amplitud aunque solo sea en la región del espíritu y los sueños. Pero hoy nos pertenece sinceramente porque latimos con su savia y su eternidad. La senda remonta sin prisa pero regalando a cada metro paisajes sobrecogedores hasta que se mete en las rocosas laderas de Pedro Miguel. Lo empieza a bordear por el lado de la derecha y cuando termina de cruzar el hermosísimo paisaje de rocas erosionada desciende en busca del rincón de Pinar Negro.   

 

Pero ya que hemos coronado hasta lo más alto merece la pena subir a la cumbre para alimentar el alma con lo que el mirador de la cumbre regala. Pedro Miguel es la máxima altura en la Sierra de las Villas. Y además, se eleva casi justo en el centro de estas mágicas sierras. Pedro Miguel se sitúa casi en el centro del grandioso Parque Natural. Como atalaya pétrea y con derecho propio.  Desde sus cumbres se  domina casi todas las tierras de este Parque. Puedo asegurar que esto es así porque conozco bien todas las otras cumbres contenidas en este amplio mundo. Por eso Pedro Miguel merece el cariño y la reverencia de los que lo coronan y lo gozan. Es una oportunidad única en esta ruta y quizá lo más emocionante después de las cascadas de Gil Cobo. En esta cumbre alcanzamos la máxima altura en todo el recorrido que llevamos entre manos. Y sobre esta inmensa molen comprobamos que es justo el corazón del recorrido que realizamos. Columna central y mirador para orientar al corazón y al alma. Quizá un buen rato de silencio para elevar una oración y agradecer es lo mejor y más noble. Quién reza y agradece en medio de estos montes se engrandece porque reconoce y eso es signo de inteligencia. Ni el misterio ni la belleza nos pertenece aunque se nos regale con tanta generosidad. Pero el misterio y la belleza es en tanta cantidad y profundidad que un corazón noble debe agradecer y reconocer. Así es como se engrandecen las almas y se elevan hasta los confines de los universos más lejanos como signo de seres inteligentes.

 

Breve descripción de la cumbre.  Ir al índice

         Y mientras los que recorren esta ruta descansan algo sobre las cumbres de este grandioso Pedro Miguel a mí me toca dar un repaso a unas cuantas cosas de por aquí. Solo un párrafo donde recoger someramente algo que encaja bien ahora. Repito que este paraje de las cumbres altas en las Sierras de las Villas es asombroso. Desde siempre me han fascinado estos magníficos parajes. Y creo que es fundamentalmente por dos singularidades. Digo las que son: la sucesión de picos que desde Pedro Miguel hasta El Cubo se originan y la extraña configuración que el terreno toma por aquí. Estas son las dos singularidades que más me fascinan por estas cumbres sin que desprecie otras muchas. Si entrar en muchos detalles voy a comenzar.

 

                Estoy sentado sobre la misma cumbre de este Pedro Miguel. Miro para el lado del collado Perenoso y cayendo por la ladera llego a la curva de nivel de los mil setecientos cuarenta metros.  Me paro en este punto y desde ahí, imaginariamente, trazo una línea recta hasta la curva de nivel de los mil seiscientos metros pero en las mimas laderas de los Hermanillos, por donde comienza el arroyo de Aguasblanquillas. Desde donde estoy hasta ese punto en línea recta hay una distancia de ochocientos metros. Y desde ese punto trazo otra línea resta que muere justo en el término de la Sierras de las Villas entre dos picos que tienen 1713 y 1749 metros respectivamente. La distancia de esta línea mide, todo recto y sobre el terreno, exactamente dos kilómetros. Desde ese punto trazo otra línea recta que muere sobre la curva de nivel de los mil trescientos metros pero en el barranco de la cuenca del Aguascebas Grande. Otros ochocientos metros mide esta línea y la que desde ese punto hasta el punto donde estoy situado, el primero desde donde empecé a dibujar lo que pretendo, imagino otra línea  recta que mide exactamente igual que desde las laderas de Los Hermanillos va hasta el término de la Sierra de las Villas. Es decir, 2 kilómetros en línea recta. Y al terminar con este dibujo mío me encuentro con un rectángulo perfecto. Un rectángulo que encierra una buena porción de terreno dejando en su centro exactamente los parajes más bellos de estas cumbres. El pórtico que va desde Pedro Miguel y los Hermanillos hasta un poco antes del Collado del Pocico.

 

                Pues dentro de este rectángulo quedan los picos de Pedro Miguel, los dos Hermanillos  y desde el Hermanillo mayor, cumbre adelante por donde el término, al final, otros dos picos casi exactamente a los dos Hermanillos. A ese rincón precioso y lleno de matices asombrosos se le conoce con el nombre de la Torquilla. Hay algunas simas y un paisaje rocoso muy erosionado que por eso es torca. Cinco picos casi todos con la misma altura excepto Pedro Miguel que es el mayor de ellos. Y como sosteniendo a estos bellos picos las tierras llanas que se extienden por el centro. No hay otro paisaje igual en todas las sierras de este Parque Natural semejante al que se encierran dentro de este rectángulo mío. Justo donde termina ese primer rectángulo me pongo y dibujo otro casi semejante. Los lados pequeños miden doscientos metros más, es decir, mil metros y los lados grandes miden quinientos metros más, es decir dos kilómetros y medio. Lo hago así porque justo donde termina el primer rectángulo la cumbre gira un poco para el norte. La línea mayor de este segundo rectángulo, la que va casi por donde los términos de los pueblos, arranca justo el en pico que mide 1749 metros, roza, dejando dentro, al collado del Pocico y por el lado sur toca el segundo pico entre el collado del Pocico y el primero pico. Este segundo mide 1795  metros. Es decir, dos cumbres casi gemelas que generan un collado en el centro y entre las dos. También podrían ser estos los Hermanillos y también los dos que continúan que ya suben un poco más. Esta porción de tierra recogida dentro del segundo triángulo ya no es llana o algo hundida como sí en el primer rectángulo. El terreno en este segundo dibujo más bien se leva cada vez más hasta morir por donde el tranco de la Cruz de los soldados.      

                  

                Todo este segundo paisaje es impresionante de bello. Cañada Somera queda a la derecha y la Majá de la Perra ya casi al final. Y con esta Cañada Somera es donde la cumbre empieza a perder anchura y se divide para venirse hacia el Hoyacillo y el caballo del Torraso. La otra porción de cumbre sigue para el almagreros y las Lagunillas del Almagreros perdiendo ya cada vez más llanuras sobre las cumbres al tiempo que se deshace por Cañada Somera. Cuando Cañada Somera se hunde definitivamente para Prao Chortales y el arroyo de María, la cumbre que empezó por donde Pedro Miguel y los Hermanillos se va estilizando cada vez más. Ya no ofrece las preciosas llanuras que sí por Pinar Negro, todo el primer rectángulo y parte del segundo. Así que lo que pretendía decir es que este trozo de cordillera, frontera entre las Sierras de las Villas y Santiago Pontones, es mágica. Única en todo el Parque Natural  y desde luego con características y bellezas suficientes como para  ser el corazón del “Edén”. Entre las mil cosas pendientes que de este parque tengo, se encuentra la de meterme por aquí en algún momento para desentrañar todo lo que intuyo y ahora no puedo transmitir.   

                 Pedro Miguel, Pinar Negro, Los Hermanillos.  Ir al índice

               Esta es la segunda parte del tercer tramo en el segundo día de esta ruta. Aunque el descanso para la comida al medio día sea en los tornajos de Pinar Negro.  Desde las cumbres de Pedro Miguel recorremos el paisaje, campos a través porque la senda va por el lado de abajo, y buscamos la hondonada por donde los tornajos de Pinar Negro. Casi nunca las sendas van por donde las necesitamos, es lo que a menudo nos decimos los que recorremos las montañas cuando lo hacemos desde otro mundo ajeno a las montañas. Y sin embargo las sendas van por el sitio que les corresponden y por eso saben a dónde van. A nosotros nos corresponde buscarlas o recorrer las montañas sin necesidad de ellas porque nuestro objetivo no las necesita. Y en esta ruta, ya desde el comienzo, arranca, va y sigue buscando la belleza que está oculta a muchos  aunque las sendas no vayan a esa belleza concreta.  El paisaje que cae desde las cumbres de Pedro Miguel para el rincón de Pinar Negro está preñado de belleza. La mejor de todas las bellezas porque es única. Mientras recorremos el terreno sorteando rocas por aquí y por allá, descubriendo algún majuelo añoso, roble encallecido o pino encorvado, nos hacemos dueños de la ladera y de la senda que lleva a la fuente de las aguas claras.

 

                La senda llega a los tornajos de Pinar Negro. El agua brota en su juego limpia y fresca. El rincón se mantiene en su misterio y dignidad. Es un lugar de ensueño y sobre la más hermosa de todas las cumbres de la tierra. Nos recibe con el cariño del que desde la eternidad espera y por eso es el momento oportuno para descansar y reponer energía. Aun queda un buen trecho para el resto del día que aun nos queda.  El agua fresca, el aire puro, la soledad sonora y el gorgojeo de algún pajarillo nos invitan generosamente. Un bocado para el cuerpo y el descanso necesario.

 

                   Y mientras tanto, aclaro que las bonitas cumbres que nos coronan desde los tornajos de Pinar Negro, tienen su nombre serrano y digno. Son los Hermanillos. Con este bonito topónimo se conocen a los dos picos un poco al sur de la cumbre de Pedro Miguel. Las aguas de los tornajos de Pinar Negro brotan de las entrañas de estos picos. Son dos y casi iguales en lo más alto de la cordillera que vertebra a la fabulosa Sierra de las Villas. 1706 metros mide el que está más cerca de Pedro Miguel y 1787 metros mide el segundo de los Hermanillos, algo más retirado. Entre la cumbre de uno y otro, en línea recta, no habrá más de cuatrocientos metros. Andando por el terreno la distancia es mucha más porque hay que adaptarse a las ondulaciones de laderas y barrancos. ¿Qué cuántas son las personas que conocen las grandiosas siluetas de los Hermanillos?

 

                Digo lo siguiente para clarificar un poco: Desde la misma Torre del Vinagre, el centro que recibe a los turistas que luego llenan el valle y otros rincones, se ven con toda su grandiosidad estos elegantes Hermanillos.  Desde la misma Torre del Vinagre y por toda esa zona del valle. Los picos que coronan sobre las cumbres hacia el norte y tienen forma de pirámides son los dos Hermanillos que ahora nos tienden su regazo y nos ofrecen la fresca agua de sus entrañas. En la ladera sur de estos picos y parte de la ladera sur de Pedro Miguel es donde nace el bonito arroyo de Aguasblanquillas. Este cauce vierte sus aguas al Guadalquivir justo por el poblado de Coto Ríos. Y este arroyo en su parte alta tiene dos buenos ramales. Uno se origina en las laderas sur de Pedro Miguel y el otro ramal en las laderas de los Hermanillos. Y es comprensible que de estas cumbres broten arroyos y fuentes. En invierno las cumbres de Pedro Miguel y de los Hermanillos son cubiertas por las nieves y cuando no hay nieve las lluvias toman su relevo. Los Hermanillos y Pedro Miguel son grandes depósitos de agua que corren no solo para el valle del Guadalquivir sino también para el arroyo de Gil Cobo y el río Aguascebas Grande.

 

                Los Hermanillos, Piedras Morenas, Cañá Somera, el Hoyacillo.  Ir al índice

               Tengo que aclarar bastantes cosas: El tramo a recorrer, en esta segunda etapa de la jornada del día segundo, es el más largo de todos los que componen la rutan en general. El más largo, el más bello, el que discurre por la mayor altura, el de mayores soledades, el más inescrutado en la Sierra de las Villas, el más desconocido, el más llano, el de paisajes más asombrosos y el que más se parece a un sueño. De lo declarado comento algo más. La distancia a recorrer desde los tornajos de Pinar Negro hasta el collado de los Hermanillos, por el Hoyacillo, va entre los seis o siete kilómetros. No mucho para caminantes curtidos pero es un buen paseo para solo unas horas en la tarde. Por eso no hay que descuidarse. Y cuando decía que es el más bello era consciente de lo que decía. Los paisajes de altas montañas por donde  discurre este tramo son únicos en todo el Parque Natural. Verdaderamente son paisajes de alta  montaña con ejemplares de pinos laricios muy bellos, una vegetación muy especial, espectáculos de rocas calizas casi únicas por la erosión en estas soledades, hondonadas y llanuras, navas o dolinas, sin comparación en ninguna otra parte de la sierra en general.

 

                El que discurra por todo lo alto de la cordillera que conforma la Sierra de las Villas tan poco es poca cosa. A este rincón casi nunca viene nadie. Los pastores sí, en contadas ocasiones, pero los turistas ni saben que existe. Es un punto bastante complicado de llegar por las distancias tanto desde el Valle del Guadalquivir como desde la carretera que atraviesa las Sierras de las Villas. Desde este lado no lo es tanto pero como las cumbres de Pinar Negro y Cañá Somera quedan fuera de toda información turística no la conoce casi nadie. Ojalá esto sea para siempre. Ojalá a nadie nunca se le ocurra realizar proyectos turísticos por esta zona. Y menos proyectos que sean rentables monetariamente. Ya hay bastante con lo que hay.  Ya lo he dicho. Y sin embargo una vez en esta cumbre es muy fácil recorrerla. Desde Pinar Negro hasta Cañá Somera y el tranco que da paso para el Hoyacillo, todo queda casi en la misma curva de nivel. La curva de nivel que va entre los 1700 metros, un poco más para arriba y un poco menos para abajo. Pero además la hermosa cordillera por esta zona no forma raspa como suele ser en casi la mayoría de las cuerdas. Se configura casi llana, como en un surco alargado por el centro y con los bordes a un lado y otro bastante al mismo nivel que la parte central. Por esta peculiaridad esta cuerda es tan buen depósito para retener las aguas de las nieves y de las lluvias.

 

                Y un par de  detalles más quiero indicar y ya nos ponemos en marcha. Por la cumbre, desde Pinar Negro hasta el collado de los Hermanillos, hacemos un largo recorrido desde la cuenca del Arroyo Gil Cobo hasta la cuenca del río Aguascebas Grande. Necesario para lo que se pretende en esta ruta. Y la cuenca del río Aguascebas Grande la recorremos en toda  su totalidad. Como orlándola por las partes más altas para entrarle por el lado que nos conviene. Así que por esta cumbre es como si tendiéramos un puente de una cuenca a otra por el rincón más oculto y misterioso de los dos bellos cauces. Como si penetráramos en lo más secreto  y alejado de estos ríos para dominarlos y hacerlos amigos de nuestros espíritus. Por lo alto de esta cumbre van los términos de Santiago de la Espada y los de los pueblos a los cueles pertenecen en realidad la Sierra de las Villas. A nuestra derecha quedan también los límites del Coto Nacional y a nuestra izquierda solo grandiosos voladeros que se asoman al barranco o amplísimo recodo por donde se va configurando la cuenca alta del río Aguascebas Grande. Cañá Somera empieza a tomar forma en el último tramo de la ruta que recorremos por la cumbre. Porque Cañá Somera es en realidad los primeros metros por donde se va fraguando el precioso arroyo de María. El que desemboca en el Guadalquivir por donde el Puente de los Agustines, por debajo del Charco del Aceite. Por el collado del Pocico, el de la cumbre de Pinar Negro y que nos quedará por la izquierda, pasa una senda que da paso de la vertiente del río Aguascebas Grande al Valle del Guadalquivir. Baja esta senda hasta las ruinas de la aldea del Aguadero y luego se hunde en el valle del Guadalquivir por encima de Apartamentos el Hoyazo. En este mismo collado del Pocico nace, para el valle del Guadalquivir, el arroyo del Aguadero que es el que desemboca en el embalse del Tranco por el Parque Cinegético. Así que nos hemos encajado casi en el mismo corazón de una enorme porción de sierra. Corazón, pulmón, tronco y macizo  de toda la grandiosa Sierra de las Villas.

 

                Arranca la senda de los mismos tornajos de Pinar Negro. Digo arranca porque eso es lo que hacen los que en esta fuente han hecho un alto en el camino. La senda no arranca de aquí sino que pasa por este punto y sigue hacia los rincones que debe recorrer. Pero arranca y en los primeros metros cómodamente se adapta al terreno bajando un poco para buscar por donde mejor puede ir. Ya he dejado dicho que el mejor tramo se alarga por el centro de la cumbre. Por este centro va la senda apenas distinguible porque se ha borrado mucho. Como es un buen terreno lo toman mucho los animales, las ovejas de mi amigo el pastor, las cabras monteses, los ciervos y los jabalíes. Estos animales tienen muy trillado todo el terreno y la senda también. Al moverse de acá para allá don forma ellos a sus veredas propias y al mismo tiempo estropean las que fueron trazadas por los serranos de otros tiempos. Pues siguiendo las mejores de estas sendas y siempre en la dirección Pinar Negro, Almagreros, tenemos que avanzar. En un primer momento es una nava la que nos recibe. La recorremos y al poco aparece al frente y en el mismo centro de la nava un pequeño pico rocoso. Su altura es de 1745 metros. Casi la altura de los Hermanillos ya por detrás de nosotros.

 

Rodeamos este montículo, tanto da por el lado derecho como por el izquierdo, y siguiendo por el mejor terreno avanzamos, ahora un poco para el lado del valle del Guadalquivir. A unos trescientos metros más adelante nos vuelve a salir al frente otro picacho algo más alargado y con 1731 metro de alto. Justo en esta cumbre se encuentra el Mojón de los Tres Términos. Así es como se le conoce a este punto. Y por este punto se abren algunas simas en los paisajes rocosos. El terreno es propicio para ello por las navas y dolinas que en estas cumbres se han formado. Explorar estas simas y paisajes, al menos para conocerlos, puede resultar muy emocionante. Depende del tiempo y de lo que nos vaya apeteciendo. Siempre pensé que un buen amante de la naturaleza no debe tener prisa cuando la recorre pero a veces las circunstancias mandan. Desde este punto, el buen terreno por donde debemos avanzar,  sigue viniéndose un poco para la derecha pero siempre dirección al Almagreros. Y por cierto, podría aclarar lo que es Almagreros aunque supongo que muchos deben saberlo perfectamente. De todos modos digo que con este nombre me refiero al pico más alto en esta cordillera pero por donde la Sierra de las Lagunillas. En la misma dirección que llevamos, en todo lo alto de esta cuerda y a unos seis kilómetros del punto donde nos movemos.

 

Hay que tener en cuenta que este punto, donde nos encontramos, entre el collado del Pocico y la Torquilla, se sitúa a la altura del cerro del Almendral por el valle del Guadalquivir. A esta altura más o menos estamos pero sobre la cumbre y el precioso Almagreros queda casi al final del embalse del Tranco pero también sobre la cumbre. Aclarada tal realidad digo que desde este paisaje de la Toquilla nuestra ruta sigue avanzando por el terreno llano de la cañada que es nava. Las aguas o nieves que dejan las nubes sobre este paisaje no corren para ninguna dirección porque el terreno no se lo permite. Tienen que acumularse en las navas, dolinas  y torquillas y filtrarse hacia las entrañas de la montaña. No se forma por aquí ningún arroyo y por eso no hay cañadas. A unos quinientos metros, por la derecha, el terreno nos presenta un bonito collado. Se le conoce con el nombre de collado del Pocico. Otro collado del Pocico distinto al de la Nava del Rico y al de Cuevabuena.  Por este collado debe meterse una senda que baja o sube a las casas del Aguadero o al revés. Las aguas que por este punto se filtran para las entrañas de la montañas, algunas fluyen luego por el arroyo de Aguadero y otras por la umbría de la grandiosa cuenca del río Aguascebas Grande.

 

Solo unos metros más adelante del collado, por la derecha aparece otro pico. En realidad el collado queda encajado entre dos buenos picos, el primero con 1759 metros y el segundo con 1795 metros. Rozando este segundo monte y por la izquierda de sus laderas se abre un collado a una altura de 1731 metro. Por este collado debemos colar nosotros, dejando a la derecha el pico ya mencionado y la izquierda las cumbres de otro pico que se le conoce con el nombre de Piedras Morenas y mide 1763 metros. En todo lo alto de este monte existe un punto geodésico. Nos queda por la izquierda y siguiendo la línea de Piedras Morenas, algo más adelante se levanta otro pico con mayor altura aun. Se le conoce con el nombre de El Cubo y llega a los 1801 metros. Al caer de esta cumbre y en sus laderas norte se encuentra el bonito Poyo del Zorro. Un poco más adelante encontramos el paso cortando el filo de las rocas que va formando la grandiosa cumbre. El borde formado por muy buenas paredes verticales. La vieja senda subía o bajaba de esta cumbre y tenía que hacerlo por un paso. El agreste paisaje rocoso es muy complicado de andar cuando no casi imposible porque se pronuncia en fuertes paredes y por eso la senda tenía que meterse por el sitio más apropiado. El único por donde podía entrar. Por esta cumbre tuvo que buscar, los serranos que la trazaron tuvieron que buscar una “Pasá” para superar el tranco rocoso. Una pasá como la Pasá del Maguillo o de la Soga en la cuerda de las Banderillas. Aunque en este caso el lugar no lleva nombre de “Pasá” sino de tranco como debe ser. Un tranco serrano en estas montañas es un gran escalón rocoso formado por paredes verticales. A este tranco de aquí se le conoce con el bonito nombre de Tranco de la Cruz de los Soldaos.

 

                Pero vuelvo al punto por donde veníamos cuando pasábamos el collado entre el Pocico y Piedras Morenas. La vereda se mete por este collado y al volcar ya son tierras de Cañá Somera. Y esta sí es una cañada de verdad. Las aguas que por aquí se acumulan corren por un arroyo y  son los primeros metros del precioso arroyo de María. Por la derecha de este collado y volcando un poco para el lado del embalse del Tranco se abre un terreno muy original. Amplias y hermosas tierra casi llanas por donde las navas y las dolinas siguen teniendo su protagonismo. Por eso a este lugar se le conoce con el nombre de Las Lagunillas. Que no son las mismas lagunillas que hay por el lado del Almagreros. Estas son otras lagunillas y su nombre les pertenece de verdad. En este terreno se acumulan las aguas y se forman charcos, lagunillas, hasta que luego se filtran por entre las grietas de las rocas. Las simas que ha he dicho antes. Hay por aquí una simas que también están bautizadas con el nombre de Sima de las Lagunillas. Un poco más adelante, esta narración, tengo que aclarar algunas cosas que me he dejado atrás pretendiéndolo. Que no se me pase.

 

                Pero ahora seguimos con la senda que recorremos por esta grandiosa cumbre, cabecera del río Aguascebas Grande. Una vez que esta senda, por aquí ya menos rota por los animales porque es otro terreno, supera el collado hacia Cañá Somera, se aparta un poco para el lado de la izquierda. Algo pegada  a las laderas de Piedras Morenas y El Cubo y algo pegada a las tierras todavía llanas de la incipiente Cañá Somera avanza apartándose cada vez más del surco del arroyo. Le interesa venirse para este lado de la izquierda porque tiene que buscar el paso por donde el Tranco de la Cruz de los Soldados para desgajarse de la cumbre y por fin venirse a las tierras que debe. Así que superamos las cumbres de Piedras Morenas y las de El Cubo y por entre bonitas praderas, pinos laricios y paisajes rocosos nos vamos viniendo para el filo del tranco. Ya por el Poyo del Zorro la senda se ha retirado mucho del arroyo de Cañá Somera. Poco a poco este arroyo empieza a hundirse y aunque no deja de ofrecer tierras llanas a un lado y otro mientras desciende las laderas son cada vez más pronunciadas. Antes de meterse definitivamente en el agreste barranco de Prao Chortales se estira casi tres kilómetros siempre paralelo a la raspa de la cumbre. Nuestra senda corta laderas mientras va perdiendo altura  y en cuanto acordamos ya estamos en el mismo Tranco. Se ha roto mucho la senda por aquí pero como en estos trancos serranos siempre construyeron buenas paratas y sujetaron bien a las veredas todavía puede que durante mucho tiempo la senda permanezca más o menos buena. En cuanto cruzamos el tranco de la Cruz de los Soldados descubrimos que ya le estamos entrando a la cuenca del Río Aguascebas Grande, nuestro próximo objetivo.

         

Y la cuenca de este río por aquí se abre grandiosa ofreciendo, además de preciosas vistas, laderas muy pronunciadas repletas de pinares y surcadas por infinitos arroyuelos. No podría ser menos aunque este punto es solo un pequeño botón de la amplísima cuenca. La senda desciende trazando curvas para ir perdiendo altura y poco a poco se va viniendo para la derecha porque tiene que ceñirse a la ladera. No le interesa meterse en el hondo barranco sino que busca el collado del centro. El conocido también collado de los Hermanillos y que divide a las vertientes del arroyo María con el Aguascebas Grande. Las laderas que tiene que recorrer la senda mientras se va viniendo para este collado son muy pronunciadas y por eso en muchos tramos las lluvias han arrastrado tierra y rocas. La senda se ha roto en todas las formas que se puede romper una vieja senda de alta montaña. Surcos de arroyos que se la han llevado por delante, trozos de rocas que han rodado desde lo más alto y la cortan por aquí y por allá, avalanchas de tierra y piedras que la cubren y así  sin parar un trozo detrás de otro. En algunos momentos hasta se pierde porque la torrentera es tan pronunciada y tan pura roca que no ha podido resistir tantos empujes de la naturaleza. Pero aun así la senda cruza arroyos  y roza paredes rocosas hasta que logra encajarse en el collado de los Hermanillos.

 

                Por este rincón de la sierra la noche se nos echa encima. Tal tarde para tal recorrido y al final del recorrido también se termina la tarde. Como a medida y ya sobre el paraíso. Y en el paraíso que nos recibe es donde debemos parar y buscar un lugar para plantar las tiendas. La segunda noche en esta gran ruta tan singular. Hay por aquí buenos pinos de la especie laricios, buenas praderas con tierras fértiles, buenos rincones con rocas pobladas de pequeñas covachas y buenas vistas hacia toda la cuenca de cabecera del  Aguascebas Grande. Nuestro próximo objetivo en el tercer día de ruta. ¿Que en qué sitio exacto montar las tiendas para pasar la noche? En cualquier lugar por este extenso valle que cae desde el collado para la cuenca del río. Por la zona no hay veneros fuera de los meses de invierno y al principio de la primavera. No los hay pero sí.

 

                  En este collado nacen varios arroyos cosa que ya he dejado dicho atrás. Nos interesan los que se vienen para el lado de la izquierda, barranco del Aguascebas. En los meses de invierno y cuando la primavera todavía no está muy avanzada a estos arroyuelos yo los he visto muchas veces repletos de aguas cristalinas. Pero como son arroyos cortos que nacen casi por aquí mismo en cuanto se retiran las lluvias se agotan y se quedan sin agua. Pero pienso en el bonito arroyuelo que baja del collado del Torraso. Este collado se encuentra al frente de la dirección que hemos traído, porque este monte alargado y alto es el Torraso. Pues en su collado, ladera abajo cae el surco de un arroyuelo. Es uno de los cientos de arroyuelos que caen por las laderas de esta cuenca para ir dando cuerpo al río. Así que ya algo abajo en esta ladera  y arroyo que digo, pero todavía antes del salto en el primer tramo del río, no es mal sitio para establecer el campamento para la noche concreta. Es un terreno muy bello, está algo hundido en el barranco y casi en las puertas de la ruta que con el nuevo día habremos de seguir. Seguro que brota algún venero por el rincón y eso nos aliviará la corta estancia en plena naturaleza. Por aquí el paisaje es todo casi pura roca calizas y por eso tiene muchas covachas, no muy grandes, pero sí lo suficiente para refugiarnos en caso de alguna necesidad.

 

                Por este rincón del arroyuelo del Torraso es por donde tendremos que continuar la ruta para entrarle al río por el sitio más apropiado. No por aquí exactamente pero sí por este lado. Así que a la aventura de Dios y a buscar un lugar para dormir. Que la naturaleza regala, tanto aquí como sobre la cumbre que ya es recuerdo para siempre, el valles y los ríos, más de lo que necesitamos y somos capaces de digerir. Digo esto porque me gustaría, en estos momentos, poder estar entre los que por aquí van a dormir. ¡Cuánto no daría yo por dormir en una noche de primavera o de otoño en este tan privilegiado rincón de la sierra! Digo que es un privilegio porque en realidad así lo siento y así lo valoro. Ningún hotel del mundo, ni ninguna casa rural, por más que sea hermosa y esté dotada con todas las comodidades, se puede comparar con este recogido rincón. Es así  y por eso repito que me muero de envidia.

       

                 La fragancia eterna.     Ir al índice

                Por algún lugar de estas sierras, quizá no lejos de este rincón, ocurrió y fue así. La niña subía desde la fuente clara siguiendo la senda. El hermano bajaba por la senda hacia la fuente clara. Por las tierras de la cañada pastaban las ovejas y en la casa la madre, como la reina más reina de todas las reinas del mundo. Y la niña mientras subía por la senda venía cantando la siguiente canción:


El almez que conozco
ya tiene sus hojas
teñidas de oro,
por el suelo ruedan
llenas de otoño
y con el rocío de la noche
sobre sus hombros.

 

        

        La tormenta llegó desde el lado del sol de la mañana.  Sobre las altas cumbres el cielo se oscureció. Las nubes densas cubrieron las crestas y el barranco por donde el cortijo se llenó de penumbra. La niña subía desde la fuente clara y al encontrarse con el hermano se paró y le dijo:

- Me da miedo esa nube tan negra que por las cumbres se acerca.

Le contestó el hermano:

- Las tormentas son hermanas de estas sierras. Es bueno que derramen sus aguas aunque den tanto miedo que asusten a una niña como tú. Pero las tormentas son como el palpitar de las montañas.

Y no había terminado de pronunciar estas palabras cuando sobre la cumbre de la derecha se vio caer un río de fuego. Como una lengua fina y alargada que se clavó en la misma cresta de la cumbre. Enseguida estalló el trueno y la niña se refugió entre los brazos del hermano. Otra lengua de fuego se desgajó por el lado del sol de la tarde y el trueno se mezcló con el primero. La niña se apretó más contra el hermano y asustada dijo:

- Ya te he dicho que me da miedo esta nube tan negra.

Las ovejas seguían pastando por la cañada y la fuente manando su agua cerca de donde el almez con las hojas teñidas de oro.

 

       Mientras llega el sueño

                en la noche sosegada.  Ir al índice

                provecho el momento para comentar un par de cosas que dejé apuntadas atrás. Cuando veníamos  por la Torquilla. Sobre la cumbre que hemos recorrido durante el día se nos ha quedado un trozo de tierra que se nombra torquilla. ¿Qué es una torquilla? En algún lugar de mis escritos sobre estas sierras lo tengo dicho. Pero creo que no está demás aprovechar este momento. La palabra “torquilla” es diminutivo de torca y es un nombre usado en geología. Torca o torcal se le aplica a un terreno de rocas calizas especialmente erosionadas y por eso forman figuras muy originales y caprichosas. En estas sierras hay varios torcales  bien conocidos  y otros no tanto. Torcal Llano por el Cabañas y Torcal de Linares también por el Cabañas. Otros muy bellos y menos conocidos es el torcal por la cerrada de Utrero, por el Lanchón, encima de la Cerrada de Utrero y sobre todo por el Cerro de Navahondona, cerca de donde nace el Guadalquivir. Torquilla parece que es algo menos que torca pero ya decía que no. Conozco muchos rincones con torquillas en este Parque Natural. Y una de las que más me gustó cuando la pisé por primera vez es la que se desparramada por donde el cortijo del Zarzalar, de la Golondrina y es un sitio que le dicen la Asperilla, por donde el arroyo taja a las rocas.

 

                También por las cumbres que hemos recorrido se han quedado un par de rincones con el nombre de “Poyo”. El poyo del Zorro y el poyo de los Robles. Este nombre se le aplica a un trozo de terreno más o menos llano y con tierra buena siempre por encima de un tranco o voladero. Un escalón rocoso en las laderas de las montañas y en la parte de arriba se da el poyo. Son muchos los poyos en este parque, tanto en estas sierras de las Villas como en las de Segura y Cazorla. Los dos que digo son realmente bellos. Se configuran como perfectos balcones frente a la gran cuenca del Aguascebas Grande.

 

                La nava es un trozo de terreno más o menos llano con buena tierra que siempre se encuentra sobre las montañas. Generalmente rodeada de montañas y por eso se encharca en las épocas de lluvias y nieves. Las navas son muy abundes en este parque. La dolina es casi una nava pero que en su centro se ha formado un hoyo o agujero. Sorbiores lo llaman algunos serranos. Por las cumbres que hemos recorrido existen algunas dolinas aunque no del todo configuradas. Donde más hay es por los Campos de Hernán Pelea. Y en cuanto a la palabra “tranco”, está muy próxima a poyo. El tranco es el escalón que forman las rocas en una ladera al coronar la cumbre  y el poyo es el terreno por la parte de arriba del tranco. Un escalón cuya cara frontal es el voladero, el desnivel a superar es el tranco y el rellano en lo alto es el poyo, que si no es de buena tierra puede resultar una torquilla, un rastillo, un lancha, una torca o una nava, en algunas ocasiones. 

 

La bonita y curiosa cuenca alta

         del río Aguascebas Grande.     Ir al índice 

La del río Aguascebas Grande, es de las cuencas más bonitas que Dios se entretuvo modelar por estas montañas.  Chiquita ella, recogida en un puño, honda y a la vez llana y con forma de riñón. Tiene este riñón su enganche con el resto del cuerpo justo por la bonita cerrada de la huelga del Peinero. Por donde ya se le juntan todos los arroyuelos de las partes altas, la cuenca aquí tratada y el río se hace grande atravesando las llanuras de la cueva del Peinero. A esta cuenca le tracé una línea a todo su alrededor para enmarcar su perímetro y una recta por su centro desde las dos distancias más largas. Y esta recta es toda una delicia. Va justo desde el pico llamado el  Hoyacillo hasta el collado del Perenoso, pasando por el centro de la cerrada de la llanura de la cueva del Peinero. Tiene, esta línea recta, una distancia de 5,200 metros. Su perímetro mide aproximadamente 12 kilómetros y la extensión que ocupa la tan bonita cuenca es de 15 kilómetros cuadrados”. 

 

                Algunos de los datos curiosos que sobre esta cuenca tengo son lo siguientes: desde el collado del Perenoso al collado del los Hermanillos, por donde el Hoyacillo, en línea recta hay 5,2 K. Desde la cerrada en la huelga de la Cueva del Peinero al collado del Perenoso hay 2 K. Desde las cumbres de Pedro Miguel a la huelga de la Cueva del Peinero hay 2 K. en línea recta. Desde el tranco de la Cruz de los Soldados a la cerrada de la Cueva del Peinero hay 2,8 K. Desde el collado del Perenoso al pico de Piedras Morenas la distancia en línea recta es de 3,2 K. Desde Piedras Morenas  al collado de los Hermanillos por donde el Hoyacillo la distancia es 2,4 K. La gran umbría de esta cuenca alta desde el collado del Perenoso hasta el tranco de la Cruz de los Soldados tiene una longitud de 5,6 K. Y la preciosas y curiosa cuenca de este río Aguascebas Grande ocupa una extensión de aproximadamente 15 kilómetros cuadrados. Delimitando esta recogida cuenca siguiendo las partes más altas sale una figura casi parecida a la de un riñón algo alargado. La cerrada por la huelga de la Cueva del Peinero es la parte central y a la derecha para el collado del Perenoso, sería uno de los lados del riñón. El más pequeño. El lado de la izquierda sería el más grande.

 

                Esta recogida cuenca es surcada por multitud de pequeños arroyuelos que van cayendo desde las cumbres de la gran cordillera y desde los dos lados del riñón. Casi cinco arroyos por el lado de la derecha y otros tantos por el lado de la izquierda. Por la cerrada de la huelga del Peinero es por donde se juntan los dos bloques de sierras que conforman la Lancha de la Cigarra, a la derecha y el Caballo del Torraso, a la izquierda. Precisamente estas dos cuerdas menores, en relación con la cuerda de cabecera, son las que delimitan y dan forma a tan curiosa cuenca en el río Aguascebas Grande. El Caballo del Torraso y la Lancha de la Cigarra son casi gemelos en cuanto a su forma y por donde se unían entre sí es por donde el río los ha tajado formando la preciosa cerrada de la huelga de la Cueva del Peinero. Y digo, sin temor a equivocarme, que en todas las sierras de este gran Parque Natural  se da un capricho geológico tan original y bello. La vegetación que en esta cuenca se ha desarrollado es densa y muy curiosa y también la flora y las formaciones rocosas. Y los serranos que en otros tiempos poblaban estas sierras, por este rincón tan escarpado y de alguna manera escondido, trazaron las sendas suficientes como para dominarlo y moverse de un lado a otro según ellos necesitaban. Cultivaron algunos de los trozos de buena tierra que por este espacio existe y hasta levantaron alguna construcción para sus necesidades.

 

                Collado de los Hermanillos, huelga de la Cueva del Peinero.   Ir al índice 

                Despertar otra vez en el centro del paraíso. Es el tercer día por la mañana y quinta etapa de las seis, dos para cada día, en esta singular ruta.  Un saludo a los bellos paisajes con que la naturaleza nos regala, una sencilla y limpia oración para tonificar el espíritu y a entrar en calor para culminar la aventura. Tengo que decir que desde el collado de los Hermanillos para la cuenca del Aguascebas Grande, caen dos arroyuelos. Dos del buen puñado que van cayendo por las laderas para reunirse en los barrancos y da forma al majestuoso río. Pero de estos dos arroyuelos, el de repecho al frente según la dirección que hemos traído desde las cumbres, es donde hemos plantado el campamento para pasa la noche. Este arroyuelo, parte de él, es el que baja desde la orquilla del Torraso. La ruta a seguir en esta nueva mañana empieza a descender por el cauce de este arroyo. No es fácil aunque el comienzo tampoco es muy complicado. Pero en cuanto lo descendemos unos metros las dificultades surgen porque no es fácil. Nada más bajar unos metros siguiendo el cauce del arroyo aparecen las primeras caídas.  El curso del cauce corta las curvas de nivel por completo de frente y busca lo profundo que es por donde espera descansar. Cuando ya se juntan algunos arroyuelos más aparecen el primer salto con personalidad y carácter. Pero como ahora es para abajo superarlo es más fácil. Y si es primavera seguro que por aquí la caída nos deleitará  con sus buenos chorros de aguas cristalinas.

 

                En cuanto superamos este primer nivel el terreno se torna casi llano. Con remansos muy bellos donde las limpias aguas juegan sus juegos como si quisieran enredarnos en su magia para que le sigamos en su recorrido. Y las seguimos aunque saltando rocas, atravesando bosques de bujes y zarzas y surcando laderas cada vez más pronunciadas y tupidas de vegetación. De vez en cuando nos recrearán las pequeñas pero bellísimas playas de arenas con tonos blancos y rosados y siempre la corriente en su delicado juego. Este tramo del Aguascebas Grande realmente es delicioso. Quizá de los más bellos por su placidez salvaje de verdad en el rincón más escondido de todos. Todo el río es bello en sí, con otra belleza muy diferente a la del Gil Cobo, pero repito que este primer tramo fascina de una forma muy concreta. Al menos esto fue la experiencia que viví aquella limpia mañana de primavera cuando me encontré, como en un sueño, caminando por estos rincones.

 

                El cuerpo y el espíritu va entrando en calor y como a unos dos kilómetros desde el punto donde hemos pasado la noche, se presenta el primer punto cerrado. Es donde va terminando la cumbre del Torraso, por la derecha. El Morrón de la Mala Tierra, entre el arroyo del Raso de la Honguera, la Huelga de la Cueva del Peinero y la cuenca del río que recorremos. Se cierra el surco del río y se complica el paso. Se originan saltos con sus cascadas, sus pozas y sus paredes. Cruzamos la misma curva de nivel que ya cortamos justo por la cerrada del Zarzalar, en el arroyo Gil Cobo. La que va señalando los mil doscientos metros. En aquel arroyo, por esta curva se origina la última y más alta de las cascadas que ya superamos el primer día. Por este cauce del Aguascebas el salto no es tan grandioso pero también tiene su señorío. Tendremos que echar mano a las cuerdas y demás instrumentos para estos casos y en cuanto superemos el desnivel las cosas son distintas. Más fáciles de recorrerlas pero con una belleza sin comparación. De pronto nos hemos encajado casi en lo más hondo del río. Las robustas montañas que recorríamos ayer por la tarde ahora nos miran asombradas por la izquierda y elevadas como en el confín del mundo. Nos encontramos casi en el mismo centro de la grandiosa cuenca de este río y ya solo a dos pasos de las tierras llanas. Pero mientras recorremos el tramo que nos regala el compañero de montaña, por debajo del primer escalón con entidad, se nos irá quedando el alma en los bellísimos remansos entre pequeñas cascadas encadenadas y los frescos bosques de bujes. Aparecen las tierras llanas y enseguida la carretera asfaltada que cruza la sierra. Por aquí está la preciosa llanura de las Huelgas de la Cueva del Peinero.

 

             Es el  encuentro con el equipo de avituallamiento porque hasta este punto puede llegar el coche sin problema alguno. Es la hora de la comida al medio día y es el momento de un rato de descanso. En este punto podemos desprendernos del material que hemos necesitado para dormir las dos noches por las cumbres recorridas. Solo nos queda una etapa, la última de las seis, para concluir la grandiosa ruta. Ya a partir de este punto, todavía un recorrido muy bueno de casi seis kilómetros río abajo, solo vamos a necesitar mucha energía, buen ánimo y resistencia a tope. El río ya no presenta tantas dificultades aunque no hay que traerlas a menos. Seis kilómetros río abajo es algo respetable y para solo la última parte del día. ¿Seremos capaces de superar el reto? Vamos de reto en reto pero es lo que decía al principio: esta es una ruta fantástica. Un reto que nunca nadie ha convertido en realidad. El que logre hacerlo,  los que lo logren  hacer,  sin duda que merecen el calificativo de “Fantásticos”.

 

El charco con alma.         

         El charco parece un mar entre peñas. Un mar de cielo y espuma con todos los colores del bosque y el juego de todas las tardes de primavera. El charco es como un remanso donde se concentra el viento más puro, el agua más cristalina, la luz más clara y los colores más finos que manan de la primavera.

 

                La corriente llega saltando por el arrugado surco entre las rocas  y al descansar en el charco se expande en olas azules. La corriente se hace charco y toma los colores del cielo, azul cuando es azul el cielo, blanco ceniza cuando las nubes tapan al cielo y plata vieja cuando las nieblas suben por los barrancos. Y desde el charco el agua rebosa como en el más delicado de los juegos.  El agua se desliza por las rocas que la amuralla en e charco y cae al hondo vacío de la cascada. La ampulosa y larga cascada que refleja cielos teñidos de estrellas y de todas las sombras misteriosas del bosque.

 

                Pero en el charco falta la belleza que lo hacía grandioso y por eso es como un sueño con el dolor de la tristeza aleteando. Ella no está y el charco lo sabe. Sus limpias aguas lo transmiten a los ojos que miran. Parece como si reflejara la belleza de su cara y manos en aquellas mil tardes  que en el charco estuvo lavando. Ahora no está y la misma transparencia del charco refleja la tristeza de su ausencia. Misterio es todo y sueño en forma de cielo azul pero su ausencia deja un aleteo de tristeza sobre la limpia belleza del arroyo, el charco y la cascada.

 

Huelga de la Cueva del Peinero, Molino de la Parra.

         Siguiendo con la ruta que traemos entre manos caemos en la cuenta que nos encontramos por donde las tierras llanas de la Huelga del Peinero. El río que baja desde las cumbres de donde venimos sigue su curso atravesando la llanura. Por este terreno se hace charcos, se derrama sobre las limpias playas de arena y se esconde por entre las sombras de la vegetación. En el centro de esta llanura y por la derecha, recibe las aguas del bonito arroyo del Raso de la Honguera. Tiene mucho caudal este arroyo porque nace en las laderas norte del Torraso y este monte es un buen depósito de agua. El río agradece lo que el arroyo le entrega y no detiene su marcha. Al poco cae por la cerrada y cascada de la Cueva del Peinero. No es gran cosa esta cerrada pero sí el preludio de una corriente cada vez más densa en un río lleno de dignidad y nobleza. Siguiéndolo a él nos vamos tras las aguas y nuestro sueño. Este desnivel es la segunda bajada en el Aguascebas Grande. A partir de aquí, como si la serenidad entrara en escena. Las aguas aumentan y mientras caen van de charco en charco formando pequeños saltos que presentan pocas dificultades.

 

              Por la izquierda corona  y acompaña la robusta figura del Poyo del Gil Cobo y la de la Bruna. Por esas elevadas paredes caen las aguas en cascadas ampulosas en las épocas de lluvias. El salto de la Bruna es una de las caídas más espectaculares de estas Sierras de las Villas. Pero a no venir de elevadas cumbres o robustos cerros corre solo cuando las lluvias han sido muy abundantes y por corto periodo de tiempo. Se alimenta solo de las aguas que se reúnen por las tierras de la Cañada de la Bruna, lado de abajo del Poyo Gil Cobo.  “El Chorreón de la Bruna, la de la Parra,  es la cascada más bella de todo el Parque Natural y la más oculta y desconocida.  Sale sólo cuando las lluvias son abundantes y cae al Canalón del Chorreón, cerca del Molino de la Parra. Algo más abajo se encuentran las ruinas del segundo molino que hubo en el río Aguascebas Grande, el de Puente Toba y luego ya está Bardazoso. Pero antes, en el limpísimo cauce de este río, se abre el precioso y misterioso Charco Azul que nada tiene que ver con los otros charcos azules que hay en muchos cauces de este Parque Natural.  Yo conozco al menos cinco y a muchos kilómetros entre unos y otros”.  

    Así que el recorrido de la Cueva del Peinero para abajo no presenta muchas dificultades. Solo la distancia que sí es considerable, la vegetación al borde del cauce y las rocas que las aguas han ido puliendo. La distancia a recorrer es de unos dos kilómetros y medio y el desnivel a bajar unos sesenta metros. Muy agradable este tramo del río y con gran belleza en todo su recorrido. Una pequeña caída antes de llegar a las tierras por donde el molino de la Parra. Se cierra por aquí el río ofreciendo precisos charcos. De este punto es de donde arranca la acequia que llevaba el agua al molino. Todavía se puede ver pero por completo rota.    

           Algunos nombres por el lugar. Ir al índice

           Y del molino de la Parra, ahora digo que sólo una familia vivía en este molino, con sus seis hijos. Dos varones y cuatro hembras. Siguiendo las aguas del río Aguascebas Grande, ya por las tierras de Bardazoso, había otro molino. El Puente Toba, que es como se llama. Era de uno que se llamaba el tío Justo. También se fue y luego se murió. El molino se cayó de viejo y ahí está pudriéndose en la soledad y el abandono. Este hombre sólo tuvo un hijo que se llamaba Hilario.

 

           Cerca del Molino de la Parra también hay sitios con sus bonitos nombres. Algunos son los siguientes: Las Cuevas del Molino, el Lentiscar, el Ranchal, la cueva del Toro que está un poquillo más arriba, el Covacho de la Boda o de la Novia, el collado de Juan de Dios, el Sotillo, el Morro Mantas. Esto lo que rodea al molino por el lado del collado del Ojuelo. Por el otro lado: el Chorreón de la Bruna, que está enfrentico, la lancha de la Tejea, la Tejea, el poyo  de la Arena. Por el Chorreón de la Bruna, cuando llueve mucho, cae una cascada grande. De las más grandes que existen por el lugar. A donde cae este chorreón se llama el Canalón de la Tejea o Canalón de la Parra, según nos encontremos más cerca de un punto o del otro. Por debajo está el Aguascebas. Un poco más abajo, por el río, se encuentra el charco  Azul, cerca de las Ramblillas.

 

           El Morro Mantas, nombre único en toda la sierra de este parque natural según yo tengo investigado, es el picacho que se ve desde la carretera, cuando rebasamos el collado de la Parra llevando dirección hacia la cueva del Peinero. Nos queda por la derecha, alzado por a las espaldas de las ruinas del bonito cortijo que también se ve desde la carretera.  El arroyuelo que nace en el collado de la Parra y cae jugando con la pista de tierra que lleva al molino de la Parra, lo rodea junto con el otro arroyo mayor que baja desde el collado del Ojuelo. En el mismo centro queda este morro y según cae hacia el río Aguascebas Grande, por el lado que mira a las huelgas de la Parra, se abren las preciosas cuevas. Visto desde las mismas llanuras del molino el morro Mantas es impresionante por su altura y la reciedumbre de su figura.  

 

           La anécdota.  Ir al índice

          Quiero poner aquí una curiosa anécdota que también ocurrió por estas sierras. Muy pocas personas de este lugar, los de antes y los de ahora, la conocen porque se dio bastante al margen de ellos pero como fue cierta y refleja a la perfección lo que muchas de las personas venidas de fuera, pensaban y siguen pensando de los serranos que poblaban estas sierras y el resto del gran parque natural, la pongo. Es ilustrativa, al menos para mí, de la represión y desprecio que sufrieron las sencillas personas que habitaban en los cortijos o covachas de estas sierras. No daré ni nombres ni fechas para mantener en el anonimato lo que no interesa y sacar a la luz lo que sí interesa.

 

           Resulta que, cuando ya andaban colonizando estas sierras y por eso, expropiando tierras, derribando cortijos, trazando carreteras, sembrando pinos y cortando maderas, uno de aquellos venido de fuera, pez gordo, como se dice y lo era en verdad hasta en su configuración, iba un día por unos de los viejos caminos. Montaba en su caballo, desde el cual daba las órdenes, reprimía a los que, según él, no tenían cultura y ejercía de dictador sobre cualquier ser humano que se le pusiera delante.  Pues se pararon a comer en cierto lugar y estando rodeado de los que le cortejaban y temían, preguntó:

- ¿Qué sabéis de fulano?

El más próximo le dijo:

- Pues que tiene pereza hasta para ir al pueblo y arreglar los papeles.

Y nuestro hombre:

- Tiene una pereza detrás de otra. Mira que yo duermo pero él me gana porque se pasa el día en la cama. Así son todos los serranos que pueblan estos montes y luego se quejan que vengamos por aquí a meternos en sus vidas.

Y el hombre se quedó tan pancho y mandando sobre los demás, desde su caballo, su prepotencia y la cultura que había adquirido en la universidad.

 

                       Molino de la Parra, cerrada y Charco Azul, La Herradura.   Ir al índice 

                  Por donde estuvo el molino que fue conocido con el nombre de La Parra, el terreno es muy bueno. El río pierde su desnivel montañero y se torna sereno. Las aguas descienden como si se recrearan tranquilamente en los paisajes que le rodean y en la vegetación que le presta escolta. Por estas buenas tierras todavía crecen los árboles frutales que sembraron y cultivaron los pobladores del rincón. Membrillos, granados, perales, parras, nogueras y otros. En otoño de por aquí se pueden recoger nueces, membrillos, uvas y granadas. Las he recogido yo muchas veces. Es un paraíso este rincón del molino de la Parra dentro del paraíso grande.

 

                Pero en cuanto el río termina de atravesar las buenas tierras del rincón de la Parra, empieza a perder su bondad serena. Solo unos metros más abajo desde los lados las montañas le presentan cara. Las rocas de las laderas de la Tejea, por la izquierda, y las del Morrón, por la derecha, lo encajan. Las aguas tienen que seguir su curso y para ello han cortado las rocas casi frontalmente. Aquí se origina una muy bonita y buena caída con su correspondiente cascada. El paso es complicado porque el río ya por este punto tiene mucho caudal. Pero en cuanto se supera esta cerrada las aguas vuelven a remansarse. Durante un buen tramo el río discurre muy cerrado entre paredes de rocas pero sereno porque el desnivel es poco.

           

     La segunda cerrada con su cascada natural queda a solo unos cuatrocientos metros río abajo. Pero antes y por la derecha, al cauce le llega un bonito arroyo. El que desciende desde el Tranco del Pelegrín. De este tranco el arroyo ha tomado su nombre pero en realidad parte de este cauce viene de los Morrones de Santa María, el monte que corona. Por la izquierda y un poco antes también se refuerza el río con otro arroyo menor. Su cuenca se origina en las laderas de los Morrones y de la Tejea.

- ¿Y lo de charco  Azul?

- Eso está por encima del molino Puente Toba, en el mismo río.

- ¿Es un charco muy grande?

- ¡Joer, grande!  Te voy a decir una cosa: tres sogas de doce brazas y atar una piedra en la punta y no llegar al fondo.  Eso es un charco de verdad.

- ¿Por dónde se llega?

- Siguiendo todo el Aguascebas arriba. Es que como al charco le cae el agua desde lo alto, pues entonces ha hecho barranco y el charco es grandísimo. Antiguamente allí bañábamos las ovejas. Pero resulta de que a este lao de la derecha hacía remolino y la que se metía en ese remolino se la tragaba. Y luego a lo mejor salía una oveja balando por la punta de abajo del charco pero otras se atrancaban y aquellas sí cascaban para siempre. Por eso a ese charco también se le conoce por el de las Ovejas.

 

                Así que ya por debajo del arroyo del Pelegrín nuestro grandioso Aguascebas nos presenta otra cascada con su cerrada y la caída. Se cierra mucho por aquí el cauce y una vez superado el salto no mejora. Durante un buen trecho discurre encajado entre rocas y sobre todo por la izquierda. Por este sitio es donde el río tiene que venir girando poco a poco hacia la izquierda porque por el lado de la derecha se le presenta el robusto macizo de la Muela. Una gran montaña que no puede superar de ninguna manera. Bajando un buen trecho la corriente se serena algo y vuelve a recibir por la derecha otro buen arroyo. Es el de Bardazoso que nace sobre el collado de la Tobilla y desciende delimitando olivares y pinares. Las aguas del río se llenan de serenidad mientras sigue avanzando por entre rocas, vegetación, remansos y corrientes preciosas. El final de la ruta se adivina. Solo a dos pasos nos espera. La Herradura son tierras llanas por el lado de la izquierda que ya empiezan a ser regadas con el agua del Gil Cobo. Este es el final ya elegido para este trabajo y la ruta que en él he descrito. Final para mi ruta “Fantástica”  y aunque ya dije que se puede seguir río abajo hasta poco antes del pueblo de Mogón, yo me quedo aquí. Al menos en mi fantasía he sido capaz de recorrer el terreno. ¿Algún día alguien la hará realidad de verdad?

 

                Y digo ahora que en el fondo poco me importa. Desde la distancia y mentalmente he gozado recorriendo estos paisajes que tanto me gustan y quiero.  Sé que no es lo mismo pero hablar de las cosas que uno lleva en el corazón, realiza y deja satisfecho de una forma muy honda y limpia. Si estas cosas pueden servir para algo a otros, tienen su valor. Si no sirven para nada, da igual. También siguen teniendo su valor. Cada ser humano es un mundo y se realiza y eleva con realidades y caminos que a veces resultan sin sentido a otros. Pero ahí está la grandeza y la belleza de los sueños y del alma humana. Desde ahora entrego mi arroyo de Gil Cobo, mis cumbres por Pedro Miguel y Pinar Negro, mi río Aguascebas Grande y todos sus misterios a todas aquellas personas que lo quieran conocer para gozarlo a su manera. La creación se nos ha sido regalada generosamente y ni siquiera el Creador nos ha puesto límites. Lo ha dejado a nuestra libertad y responsabilidad. Y tanto el Creador como la naturaleza en sí quieren que la gocemos para así poder proclamar sus bellezas y misterios. Para que nos enamoremos porque el enamorado siempre respeta, mima y proclama. Quizá lo único que se nos pide es responsabilidad y cariño. Algo que debe salir de nosotros mismos porque así es como nos engrandecemos y llenamos de dignidad. Que las únicas reglas e imposición sean las de nuestro cariño y  amor sincero por las cosas hermosas que la naturaleza nos regala, por la Creación, por el Universo.

 

           LOS ÚLTIMOS DEL EDÉN.   Ir al índice 

           - Es que eso que me cuentas parece un sueño.

- Puede parecerlo pero aquello sucedió en estas tierras bellas.  Y con la apariencia de un triunfo cuando en realidad fue un rotundo fracaso.  El más humillante fracaso que ser humano pueda vivir.

- ¿Y los hechos?

 

           - Los hechos se remontan a los primeros tiempos.  Cuando llegó el personaje negro a estas sierras. Pero como son tan densos, me los salto para ir a lo que aquella tarde vimos muchos. 

- ¿Y qué visteis aquella tarde?

- Vimos que desde el collado de la senda que remonta a las estrellas, bajaban ellos.  En grupo venían derrochando júbilo.  Fumando puros caros y repartiendo pasteles de nata a los que, al borde del camino,  permanecían humillados desde los primeros días de su mandato. Y los que estaban al borde de los caminos, los íntegros en sus corazones y cuerpos, se comportaban como si  tuvieran un poder que les permitiera ver las conciencias de los que bajaban. Y por eso al pasar ellos, los pastores sin tierras pero puros como soles y con la nobleza de lo intachable, les decían: “¡Qué! ¿Venís ya de cosechar los frutos de aquellas prepotencias vuestras contra los humildes de estas tierras?”

 

                Esto les preguntaban y lo que en el fondo querían decirles es que regresaban derrotados.  Que  estaban manchados, corrompidos, llenos de maldades y por eso ahora fracasados. Pero sabían que ellos entendían.  Mas ellos, los que bajaban como si vinieran de un triunfo y traían dentro el más odioso de los fracasos humanos, porque sus acciones habían estado llenas de cinismo y soberbia, seguían avanzando,  sin oír y repartiendo pasteles de nata para que los aduladores adularan.

 

 

Ir al índice 

     LA  GRAN RUTA  DE  LA  SIERRA   DE LAS  VILLAS.  

68- Desde el Embalse   del Tranco al puerto  de las

Palomas por las cumbres de la sierra más bonita.

      Ruta  travesía, andando, de las Sierras de las Villas.

      Distancia aproximada:   43  k.   

      Desnivel aproximado :  900 m.   

      Tiempo aproximado   : varios días andando.

Camino: pistas de tierras y viejas veredas
muy borradas y sin ellas.

 

  

     Desde varios puntos se puede trazar y recorrer esta ruta pero yo la voy a describir desde el mismo muro del Embalse   del Tranco hasta el final de las llanuras de Jabalcaballo. Se puede continuar hasta el puerto  de las Palomas, ya con menos dificultad y desde aquí hasta el pueblo de Burunchel o Cazorla. Sin embargo, en las llanuras de Jabalcaballo, punto donde pueden llegar los coches, es una buena meta  con la finalidad de conocer a fondo las cumbres que limitan y dan forma a la preciosa Sierra de las Villas. Esta sería para mí la principal razón y motivación de la presente ruta. Hay otras también muy hermosas pero para dejar bien pisada y conocida la sierra que nos ocupa, el recorrido de esta ruta es esencial. La presencia de seres, humanos hace cien años y más, por estas sierras tiene un atractivo y valor  especial. Los que la ocuparon después, derribadores de antiguos cortijos, expropiadores de tierras junto a los arroyos, trazadores de pistas forestales, cortadores de pinos y robles para construir o barcos o traviesas para las vías de los trenes, más expropiadores de tierras y creadores de cotos nacionales y espacios naturales, poco interesan en el presente trabajo y a la inquietud que alienta mi espíritu. Los que la pueblan ahora, sólo algunos interesan y los que surcan los caminos y suben a las montañas para llenarse de más salud, no interesan nada.   

 

           Pero quiero decir que no voy a indicar los puntos donde sería necesario acampar y dormir porque creo que esto depende de lo que se ande a lo largo del día. Sería recomendable un recorrido sin prisas para gozar a fondo los hermosos parajes por los que esta ruta discurre. Y quizá esta pudiera ser la razón principal que justifique tan largo recorrido. La mejor época para hacer esta ruta es la primavera y cuando ésta se encuentra algo avanzada. Final del mes de mayo hasta finales  de junio y mediado de julio. En el otoño también es una buena época pero que nunca sea en días que haya nieblas o llueva mucho y de ninguna manera cuando haya nieve o hielo.

 

           En el mismo muro del Embalse   del Tranco tenemos el comienzo.  Por el lado de las Lagunillas, al final de este muro, sale una carretera asfaltada que lleva a un hotel, el de Cañailla. Siguiendo esta pista de tierra, porque al poco de arrancar pierde el asfalto, llegamos a dicho lugar y desde aquí remontamos hacia el collado de cueva Buena. Una cueva, las ruinas de una casa y tierras que en otros tiempos cultivaron las personas que aquí vieron.  Desde aquí mismo sale una vieja senda que paralela al arroyo María pero a media altura entre las cumbres y el arroyo, remonta hacia Prao Chortales. Sortea hondonadas, cumbres, arroyos, cortes rocosos y pasa por el lado norte del puntal  del Pocico, el collado del Pocico, ladera norte del pico los Plomos y por esa lancha llega a Prao Chortales. Por todo este tramo va siguiendo una vieja vereda que usaban antes las personas que vivían en las casas de este Prao Chortales. En varios puntos del recorrido, depende en qué época del año, hay agua para beber.

 

           En Prao Chortales, casi nacimiento del arroyo de María, hay agua, algunas construcciones y la posibilidad de  dos alternativas para la misma ruta. La que sigue avanzando pero por todo lo alto de la cumbre que divide a las dos vertientes y la que también sigue avanzando pero a media altura entre la cumbre total y la Sierra de las Villas. Las dos alternativa y caminos diferentes terminan juntándose por las llanuras de Jabalcaballo. Y digo que por los dos lados la ruta es de un encanto singular pero la que discurre por todo lo alto de la cumbre total, presenta el aliciente de ir mostrando profundísimos horizontes hacia todas las sierras de este parque natural. Pasa por llanuras mucho más extensas donde la belleza de las praderas  y la redondez de las crestas presentan una excepcional belleza. La que va más caída por la ladera norte tiene el aliciente de ir cortando preciosos cauces de arroyuelos, sale a delicadas llanuras donde la hierba embelesa y se traba en voladeros rocosos que pasman de tan quebrados y hondos.  Son bellezas complementarias y en ningún caso una menos que la otra.

 

           Describiré ahora la que va por lo más alto de la cumbre y cuando lleguemos a su final, volvemos a este mismo Prao Chortales y recorremos la segunda alternativa.  La que discurre por la ladera norte. En Jabalcaballo nos juntamos con las dos variantes para seguir, si lo deseamos, hasta el puerto  de las Palomas.  Desde Prao Chortales, volviendo un poco para la izquierda y remontando, va una senda hasta lo más alto de la cumbre y engancha con otra que viene desde la  vertiente de las Lagunillas. Si optamos por remontar a partir de este punto nos vamos cumbre adelante hacia el Almagreros, bien cerca y luego para la hermosísima cañá Somera.  Desde el pico Almagreros, ya lo he dicho, casi encima de las casas de Prao Chortales y con 1467 metros, seguimos por lo más alto de la cumbre. No hay senda por este tramo de la ruta pero tampoco tendremos muchos problemas. Es sencillo andar y seguir el rumbo con sólo avanzar por la misma raspa. Algunas veredillas de animales nos van haciendo cómodo el recorrido.

 

           A cañá Somera se llega enseguida puesto que también se encuentra por encima de las casas de Prao Chortales. Este arroyo es la primera parte del arroyo de María. Discurre largo y casi recto  por la preciosa cañada un poco volcada al norte mientras va  remontando suavemente hacia la cota más alta de estas sierras.  Por aquí nos encontramos con la Loma de las Aspersiones, varios picos que van entre los mil quinientos, mil seiscientos y mil setecientos metros. A la mitad de cañá Somera, más o menos, nos encontramos con el precioso portillo  de arroyo Frío, el que vierte hacia el Embalse   del Tranco por la huerta  Vieja. En realidad, esta depresión de la cuerda, es un puerto por donde antes pasaba una sencilla senda que daba comunicación a las personas que se movían y vivían en algunas de las dos grandes vertientes.

 

           A estas alturas más o menos podemos optar por pegarnos al cauce del arroyo que discurre por el centro de la cañada y seguir la ruta por este trazado. Ya he dicho que es el arroyo de María que por aquí se llama cañá Somera y recorre las tierras llanas de la cumbre pero un poco volcado al norte.  Poco a poco va buscando lo más alto de la cresta y con ésta casi se funde a la altura del Cubo. En este punto mismo se ensancha la llanura y después de titubear un poco se recoge hacia el lado del río Aguascebas Grande. Ya andamos por estas alturas pero sobre las cumbres. Varios picos cierran el paso a esta cañada o más bien, le sirven de arranque puesto que es aquí donde nacen las primeras aguas de este grandiosa cañá Somera. Se elevan por encima de los mil setecientos metros y para sortearlos es mejor volcarse un poco para el lado norte.  Aparece otro precioso collado. Es el del Pocico. El segundo pocico en esta ruta. Hay algunos más repartidos por las Sierras de las Villas y el recto del parque natural.

 

           Siguen llanas las tierras sobre la misma cumbre mientras que a ambos lados y vertientes, las laderas son cada vez más rocosas y pronunciadas.  Desde un pico que tiene 1749 metros, siguiendo la cuerda y la tierra llana, nos vamos un poco para el lado de las Aguascebas Grande y llegamos a otro pico que mide 1713 metros. Un poco más adelante tenemos otro con 1745 metros y este es ya uno de los hermanillos. Los del Pinar Negro de las Aguascebas Grande. Son los verdaderos hermanillos. A estas alturas ya hemos rebasado un poco el gran barranco de la cueva del Pinero y por eso, unos metros más adelante nos encontramos en Pinar Negro. Es mejor seguir por el mismo lado norte mientras vamos avanzando por llanuras repletas de hierba, pinares de pinos laricios o blancos y atravesamos las hondonadas de algunos arroyos. Son los que caen hacia la cueva del Peinero y llevan las primeras aguas al  Aguascebas Grande.

 

           La cumbre de Pedro Miguel, el padre de esta larga y robusta sierra, nos saluda al frente un poco por el lado derecho mientras vamos llegando a uno de los arroyuelos que viene desde el segundo hermanillo. Justo en este arroyo hay un manantial donde han puesto unos tornajos para que beban las ovejas. De nuevo nos salen al paso dos o tres buenas alturas que tendremos que dejar por el lado izquierdo. En cuanto remontamos algo salimos a un collado que es el de Pedro Miguel con el de los Hermanillos y si volcamos por él salimos a la vertiente del arroyo del Zarzalar. Uno de sus ramales de cabecera. Pero a estas alturas de la ruta lo que más nos apetecerá será remontar hasta lo más alto de la impresionante ladera de rocas blancas y dominar el precioso Pedro Miguel.  Se sube con mucha facilidad sin senda alguna, aunque existe pero está muy rota.  Ya he dicho en otros apartados de este trabajo que este pico no es ni el Blanquillo, como muchos dicen y escriben ni la Blanquilla Alta.

 

           Un buen descanso sobre este pico nos servirá para recuperar fuerzas y llenar un poco más el espíritu de la inmensa belleza que la gran visión nos proporciona.  Desde aquí, si el día está claro se domina toda la gran sierra de este parque natural.  Hacia el norte, casi a nuestros pies y a ambos lados, tenemos la cuenca de cabecera y los profundos surcos del Aguascebas Grande y del arroyo Gil Cobo.  Hacia el sur, vertiente a Coto Ríos, los barrancos del arroyo del Zarzalar y Aguasblanquillas. A ambos lados se  alarga la profunda cuerda que andamos recorriendo y con perfecta claridad podemos observar la robusta figura de la morra  de los Cerezos, el gran macizo que todavía nos queda por salvar antes de aterrizar en las llanuras de Jabalcaballo.

 

           Pues desde este precioso Pedro Miguel, lo mejor es seguir cuerda adelante  hacia el nacimiento del arroyo Gil Cobo. Ahora hay que bajar en lugar de subir y por eso se hace muy cómodo el recorrido hacia el siguiente punto. Recorremos los parajes de la Blanquilla Alta, pasamos por el Cenajo de esta blanquilla, seguimos por la misma cresta y donde nace el arroyo de Gil Cobo, nos encontramos con otra llanura. Son las de la Blanquilla Baja. Al frente se nos alza la robusta figura de la morra  de los Cerezos y por eso tenemos que venirnos para donde corre el arroyo que hemos encontrado. Justo por donde este cauce vuelca y cae para la hondonada de la cerrada  de San Ginés, encontramos una senda. Por aquí colamos y siguiendo esta senda pasamos por encima de fuente Colorá, coronamos al collado del Muerto, recorremos una amplia llanura ya al otro lado de la morra  de los Cerezos y después de sortear un par de picachos más salimos a las llanuras de Jabalcaballo.  Justo por la fuente de la Berraza donde nos tropezamos con una pista de tierra. Es la misma por la que llegaríamos si, en Prao Chortales, hubiéramos   optado por la otra variante de esta ruta.

 

           Así que nos volvemos para atrás y nos situamos otra vez en las casas de Prao Chortales. En lugar de remontar para la cumbre y buscar el pico Almagreros,  seguimos adelante por una pista de tierra que llega a esta aldea desde el lado del Torraso.  La recorremos y en unos kilómetros estamos remontando por la preciosa y larga cañada del Tejuelo. Cuando esta pista da una curva y después de cruzar el arroyo que baja desde el collado del Tejuelo se va para la derecha a fin de cruzar las laderas del Torraso, nosotros la dejamos. Seguimos unidos al surco del arroyo  y remontamos hasta lo más alto de la cañada. Es el collado de los Hermanillos. Son los otros hermanillos. Los de la cañada  del Tejuelo y el poyo  del Zorro.  Justo en este punto y collado nos volvemos a encontrar con otra pista de tierra.  Muere por aquí mismo pero en la dirección que llevamos y cayendo desde el collado hacia la cuenca del Aguascebas Grande, sigue una muy rota senda.

 

           Nos vamos por ella y con sumo cuidado y comodidad nos metemos en el gran poyo  del Zorro. Una larga y alta repisa que queda encajada justo entre el arroyo de la Ciaza y la cumbre total a la altura de cañá Somera.  Mientras vamos recorriendo esta senda, nos recreamos en la gran belleza del barranco donde se fragua el Aguascebas Grande. Al final de la senda, sobre las pequeñas y preciosas llanuras de la Hoyica, nos encontramos con una pista de tierra. Es la que baja desde el collado Perenoso.  La seguimos  y después de pasar por la cañada de las Nogueras donde todavía están las ruinas de este cortijo y las tierras que ellos cultivaban coronamos, después de atravesar el amplísimo y bello barranco de Pedro Miguel y ya estamos en la vertiente de arroyo Gil Cobo. Muy cómodamente se baja por esta pista donde al final nos encontramos con las ruinas  del cortijo de los Espinares y un poco más abajo, con el primer ramal del arroyo Gil Cobo. Nada más cruzarlo, tenemos una fuente con agua fresca. Es la fuente del Cerezo. En otros tiempos crecía por aquí un cerezo y por eso se le quedó a la fuente tal nombre.

 

           Unos metros más adelante la pista se encuentra con otra justo cuando ésta va a meterse para la cerrada de San Ginés. Nos venimos para la izquierda tomando el ramal de pista que hemos encontrado y después de una larga y empinada cuesta llegamos a otra fuente. Es fuente Colorá donde hay mesas para comer y un fresco chorro de agua. Desde aquí la pista sigue remontando, pasa por majá  Serbal, corona a la hoya  de la Zamarrilla, al portillo del raso  de la Escalera y desde aquí ya cae hacia la fuente del Tejo. Esto ya es vertiente al Aguascebas Chico y la cabecera de los primeros arroyos.  Siguiendo esta pista, cada vez más cómoda vamos a salir a la fuente de la Berraza, comienzo de las llanuras de Jabalcaballo y encuentro de la ruta que traíamos por la cumbre total.

 

           En estas llanuras tenemos muchas opciones. Pararnos en cualquiera de las casas o fuentes que por aquí hay, subir a peña  Corva que es muy fácil, irnos por el arroyo de la cañá del Avellano abajo y por la Morra y Poyollano  caer a Chorrogil y salir a la carretera asfaltada del Embalse   de Aguascebas, esperar por aquí a que vengan a recogernos o seguir.  Si optamos por seguir lo tenemos muy fácil y también con dos posibilidades muy bonitas. Una de ellas es siguiendo la pista hasta atravesar  la llanura por el lado norte de peña  Corva y cuando ésta se va para  un cortijo que hay en la solana, cortijo del Pardal, nos apartamos con la senda que busca el collado entre el Pardal y piedras Rubias. Este collado tiene un nombre muy bonito. Se llama collado de la Mariquilla, por el nombre de la familia que vivió en  un cortijo que hay algo remontado sobre el Pardal, hacia el lado del Pez del Trigo.  En cuanto remontemos este collado salimos a la vertiente del arroyo de la Torre del Vinagre.

 

           Una vieja senda por aquí se presenta muy visible y buena de andar. La seguimos y vamos a salir a las ruinas de una vieja caseta. Es el comienzo de la nava del Puesto. Justo en este punto se dividen las sendas pero nosotros seguimos rectos ya por una pista de tierra.   Después de recorrer parte de la llanura de esta nava caemos al barranco de la fuente de la Zarza. Es un barranco, un manantial y una vieja casa forestal. Desde aquí, sin pérdida ninguna continuamos con la pista y al llegar aun collado, el del Narigón y que en realidad es un puerto, como el de las Palomas y quizá hasta más hermoso, nos venimos por el ramal de la izquierda. Atravesamos este arroyo que es el del arroyo del Saúco o de la Tejerina, remontamos, salimos al collado de los Plomillos, al Blanco Carrasquea, a la Albarda, otra distinta a la de la Sierra de las Villas, pasamos por el Salto del Moro y vamos a salir al puerto de las Palomas.  Ya esto es carretera asfaltada, la que entra al corazón del Parque Natural y el pueblo de Burunchel no queda lejos. También nos pueden recoger en algún coche con facilidad.

 

           La otra opción que se quedó esperando justo al pasar peña  Corva y antes  del cortijo del Pardal, se viene precisamente por el lado norte de este monte.  Por la cañada  del Pardal, entes  del cortijo de la solana, nos venimos para la derecha campo a través. No tiene pérdida porque el terreno es muy fácil de andar. Se presenta despoblado de vegetación. Por la parte alta de la cañada que viene cayendo desde el Pardal, cruzamos, surcamos la ladera y nada más volcar por un bonito collado y amplio, ya estamos en la cuenca del Chorrogil. El bonito y ampuloso barranco de los Palancares. Nada más volcar el collado nos encontramos con las ruinas de  un cortijo. Son las  del cortijo del Segaor, ahí mismo mana una cristalina fuente.  Seguimos bajando por el arroyo y antes de cruzar el cauce principal nos tropezamos con otra curiosa fuente manan por debajo de unas rocas. También ellos la bautizaron con el nombre de fuente del Segaor. Está a los pies mismos de la loma Pez del Trigo.

 

           Por ahí ya se ven las veredas que siguen cayendo hacia el cauce principal. En cuanto lo cruza se topa con las ruinas de otro cortijo. Es el del barranco del Corzo. Un poco más adelante mana otra fuente y encontramos las ruinas de otro cortijo. Es el de los Palancares. Seguimos y en unos metros remontamos al collado cuyo nombre es el collado de la Cruz del Helado. Ahí mismo tenemos que coger para la izquierda, la vereda que viene subiendo desde el tranco  del Acebo. Se le reconoce bien y en cuanto la seguimos comprobamos que también es fácil de andar. Viene a salir justo al collado de la nava del Puesto, por encima del barranco de Hoyo Redondo. Es aquí donde enganchamos con la vereda que recorríamos en la primera de las dos opciones y que ya describir unos párrafos antes. Así que desde este punto sólo tenemos que continuar por la ruta que antes dije.

 

           La fragancia eterna. Ir al índice    

          Amaneció el día frío y como en el humilde cortijo de abajo, las dos hermanas menores y el hermano mediano se morían de hambre y estaban solos con su tristeza, la madre me dijo:

- Acércate y les pides que se vengan y que esta mañana desayunen con nosotros, en la casa nuestra y al calor de la lumbre.

 

           Y al instante salgo  del cortijo, recorro la vereda y al llegar y ver a la hermana mayor, le digo:

- Que te vengas a nuestra casa y también tus hermanos porque madre ya ha puesto la mesa y quiere que hoy comáis con nosotros las migas y la leche que ya tiene preparadas.

Y la hermana mediana:

- ¿Pero mañana y pasado?

Y yo, animando:

- Lo que después venga, déjalo con su cuidado porque lo inmediato es que esta mañana tengáis un tazón de leche calentica y un rincón donde estar acurrucados.

 

           Y la hermana, con la pequeña y el hermano, se vienen a la casa y mientras ya están frente a la lumbre comiendo lo que la madre les ha preparado, un poco juegan y otro poco lloran y otro poco esperan porque fuera, el campo está mojado  y hoy falta la presencia del padre bueno que al cielo ha volado y por eso la madre reparte el alimento al tiempo que los besa y dice:

- Lo poco que nosotros tengamos, tú no te preocupes hija mía, que está en vuestras manos y si mañana tenemos que morirnos todos de hambre, nos morimos pero abrazados y al calor de esta lumbre y en el amor de los hermanos.

 

                Y miro a la hermana mediana y luego a la pequeña y como con tanto entusiasmo  comen pegadas a la madre, el alimento que hoy les regalan los amigos, el corazón se me llena de gozo a la vez que un poco de pena por el cuadro y la luz que brilla por las caras de ellas.  

 


Aviso legal | Política de privacidad | Mapa del sitio
© José Gómez Muñoz. "El Último Edén"